De una manera absolutamente simplista, se afirma que ante la devaluación del peso: “se favorecen las exportaciones y se restringen las importaciones”. No solo lo anterior es relativo, sino que poco o nada se habla de los efectos sobre el mercado interno.
Y es que muchos creen que las exportaciones y el mercado interno para el sector agropecuario se reactivarán simplemente por un efecto cambiario. Sin embargo, existen muchos otros factores que determinarán su comportamiento y evolución, tales como los precios internacionales, el contrabando y el lavado de activos, no solo producto de importaciones ‘non Santas’, sino de producciones en las cuales no importan los costos sino el ingreso.
Sectores de productores de bienes de consumo inicial producidos en el país aumentarían su participación en el mercado interno, tales como el calzado, las confecciones, los productos agroalimentarios, de plástico, etc., y también incrementarían sus exportaciones a los países con monedas duras como Estados Unidos y la Unión Europea. El Ministerio de Comercio Exterior podrá pasar la cuenta de cobro por los TLC suscritos, hasta la próxima revaluación.
Lo contrario ocurriría con los bienes intermedios y de consumo durable que tienen un alto componente de materias primas, bienes intermedios, y partes y piezas de origen importado. Los precios se incrementarían por efecto de la devaluación en el mercado interno y perderían competitividad en las exportaciones.
En bienes intermedios, el caso más representativo es el de la petroquímica y sus encadenamientos productivos, como los de los textiles y los plásticos. En consumo durable y algunos bienes de capital, se acabarían los tiempos de los automóviles baratos, aumentarían las tasas de interés y se afectarían las exportaciones. El mundial de fútbol generaría demanda nueva por televisores, pero los precios aumentarán y habrá menos dinero para cerveza. Otros bienes como los electrodomésticos no solo serán más caros, sino que disminuirán su participación en la demanda interna
En general, los productos importados que son muchos, aumentarán sus precios en pesos y el Banco de la República deberá revisar sus objetivos de inflación interna y si, además, se ven obligados a incrementar las tasas de interés por efecto del comportamiento de las cuentas externas, la salida o disminución de capitales y el aumento en el déficit de cuenta corriente, contribuirá a afectar el crecimiento de la demanda interna y el empleo.
Sin embargo, lo de fondo es analizar cómo los efectos de una variación, hasta ahora menor, de la devaluación del peso y, posiblemente, del aumento en las tasas de interés, influyen de manera determinante en el comportamiento de la débil estructura productiva del país.
En la medida en que nos primarizamos y tercerizamos, cabe esperar poco de los sectores agrícolas e industriales. Una estructura productiva tan poco consolidada como la de nuestro país es de una vulnerabilidad impresionante frente al comportamiento externo. Lo único que es absoluto es nuestra fragilidad competitiva.
Germán Umaña Mendoza
Decano de la Universidad Central