Nunca imaginamos estar en medio de una situación en la que confluyeron la pandemia y lo justo de la protesta social, en el marco de una dramática incapacidad del gobierno y el Estado en su conjunto para proponer y negociar acuerdos que permitan detener la barbarie.
Sin embargo, en medio de tanto predicamento es posible ver la luz al final del túnel.
Por supuesto, habrá soluciones de corto plazo que permitan responder a la coyuntura y recuperar la cordura. Lo que se ha gestado, es un proceso que necesariamente significará un cambio estructural en el modelo económico, con énfasis en la solución de las demandas sociales.
La esperanza es que se llegue a una negociación rápida entre el gobierno y la ciudadanía, esencialmente en la definición del establecimiento de una renta básica universal mientras se supera la pandemia y el aplazamiento de las reformas a la salud, a las pensiones y laboral, hasta tanto no sean socializadas y discutidas en profundidad.
Lo anterior permitirá un respiro a este gobierno para finalizar su período pero se dará en el entretanto la apertura a un gran civilizado y pacifico debate nacional con miras a la elecciones del Congreso y Presidente.
No lo duden, habrá en ellas cambios fundamentales en su composición y su orientación priorizará en sus objetivos el cumplimiento de los derechos fundamentales a la vida, la salud, el empleo y la cultura.
Esa claro que la reforma tributaria es necesaria. Existe un consenso sobre su estructura: la financiarán aquellos que han recibido más, los que realmente no han aportado hasta ahora, sectores que perderán subsidios injustos, los cuales han pagado los que realmente tributan: las clases medias y los sectores reales de las economías.
Si algo se ha hecho evidente en este período es la importancia de fortalecer los sectores reales: la agricultura y agroindustria, la industria y los servicios de valor agregado. No es posible continuar con una estrategia que prioriza el exclusivo camino del extractivismo, ni un inestable equilibrio macroeconómico que debilita y afecta mucho la demanda, el ingreso, la producción y el empleo.
Los recursos escasos deberían priorizase para la generación de un “círculo virtuoso” que promueva el ahorro y la inversión y sirva a la consolidación de actividades que permitan fortalecer la capacidad humana, la educación, la incorporación de progreso técnico y la innovación.
Los macroeconomistas deberán por fin entender que es tiempo de fortalecer a los generadores de riqueza real. El sector financiero, si quiere asegurar su sostenibilidad, deberá modificar la ecuación y colocar sus recursos al servicio de los sectores productivos y sociales. No al contrario, como ocurre en la actualidad.
“Caminante”: “se” hizo el “camino al andar”: hacia el fortalecimiento del proceso de paz, la recuperación de los equilibrios sociales y la expectativa de un mejor mañana, especialmente para la juventud, la verdadera gestora y artífice del cambio social estructural que se avecina.
Germán Umaña Mendoza
Profesor universitario.
germanumana201@hotmail.com