MIÉRCOLES, 06 DE DICIEMBRE DE 2023

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Germán Umaña Mendoza

Cada crisis es una oportunidad

Germán Umaña Mendoza
POR:
Germán Umaña Mendoza

Dicen que un pesimista es un optimista bien informado: analizar las consecuencias de las decisiones presentes en materia de política económica nos permite conocer sobre lo que, muy seguramente, podría pasar en el inmediato futuro, no porque se tenga bola de cristal, sino simplemente porque la abundancia o la escasez no son eternas.

En el mes de noviembre del 2014 escribía en esta misma columna: “cada día me alejo más de los pronósticos de los economistas del establecimiento. Son especialistas en tapar el sol con las manos y, en ocasiones, hasta engañan sin ningún pudor.

“Por ejemplo, caen los precios de los commodities en porcentajes que superan el 20 por ciento, se incrementa la devaluación en 10 por ciento. No se preocupen, dicen, lo que se pierde por precios se equilibra por el aumento del tipo de cambio. No solamente las cuentas no cuadran, sino que no nos dicen que los productos importados subirán de precio, la deuda externa convertida a pesos aumenta, su servicio también y los abonos a capital serán mayores. Disminuirán los ingresos y aumentará el déficit fiscal o los impuestos”. Me quedé corto en mis apreciaciones.

Sin embargo, a pesar de lo complejo de la situación actual, considero que si en algo se tiene razón es en que existen salidas que pueden detener el deterioro.

Creo que el impacto de la caída en los precios del petróleo ya se conoce y los actores económicos lo incorporaron en sus balances. También estimo que el mercado interno para los productos nacionales se está reactivando de una manera consistente y que las exportaciones (sobre todo a los vecinos) con valor agregado e incorporación de progreso técnico, empezarán a mejorar su comportamiento y se fortalecerá la integración, lo que, sumado a una tasa de cambio, que en mi opinión es real y de equilibrio, contribuirá a mejorar las condiciones de la balanza de cuenta corriente.

Es bueno ser realista: aunque la inversión extranjera directa disminuirá, la que se haga en sectores distintos a los commodities en la manufactura y en los servicios será más rentable para el país y, en el mediano y largo plazo, ayudará no solamente al crecimiento, sino al desarrollo. De otra parte, la inversión en infraestructura (vías y vivienda) implicaría no aumentar el desempleo y la sostenibilidad de este proceso, permitirá morigerar las dificultades de la crisis.

La reforma tributaria gravará menos al sector productivo y más a los capitales improductivos, produciendo posibles aumentos en la demanda interna y mejoras en la distribución del ingreso, si a lo anterior se sumaran políticas activas y con incentivos transversales en industria y agricultura, estaríamos retomando la senda del crecimiento.

El fin de la guerra financiará la paz. Ni siquiera los economistas saben lo que esto significaría para generar confianza en el desarrollo y en la sostenibilidad. Hay que creer en algo, y sí: ‘cada crisis es una oportunidad’.

Germán Umaña M.
Profesor universitario
germanumana201@hotmail.com
 

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