La soberanía alimentaria, el aumento en la producción nacional de bienes y servicios, la generación de empleo y la disminución de las tasas de informalidad, así como la defensa de la salud, son aspectos que deben ser abordados y solucionados a más tardar mañana.
La soberanía alimentaria y la producción de bienes agropecuarios y, sustantivamente, la de alimentos, se ha visto en las últimas décadas afectada por las importaciones, producto de negociaciones comerciales multilaterales y bilaterales que han significado una competencia injusta e irracional frente a los subsidios a la exportación, las ayudas internas y otras medidas de efecto equivalente aplicadas por los países desarrollados.
La producción industrial ha sido sometida a todo tipo de prácticas desleales como precios de dumping, lavado de activos, contrabando, pobres controles en la normativa técnica, calidad y subfacturación de importaciones.
En materia de patentes se ha favorecido el abuso de posición dominante de mercados en lo relativo a la fijación de precios monopólicos, lo que sumado a la nueva modalidad de establecer confidencialidad en los contratos y los precios de las compras públicas, significa afectar la sostenibilidad de sectores como los de la producción farmacéutica, la agricultura, así como el deterioro de los derechos de la ciudadanía.
En el corto plazo, es necesario recuperar las condiciones de competencia transparente, aplicando los mecanismos legales existentes, contribuyendo a la recuperación de los sectores reales de la economía y en consecuencia a la generación de empleo, el aumento en la demanda y el bienestar del consumidor.
La legislación que permite la aplicación de justos mecanismos de defensa comercial frente a las prácticas delictivas o anticompetitivas, es imperfecta, pero existe. Sin embargo, no se aplica por parte de los entes gubernamentales. Los justos reclamos de los productores naufragan ante las trabas administrativas donde lo evidente no es suficiente, se exige a los perjudicados aportar la ‘carga’ de la prueba para demostrar los delitos y las prácticas corruptas que otros cometieron.
Las alternativas son claras: Revisar la conveniencia o no de mantener los Tratados Bilaterales suscritos por Colombia y actuar en consecuencia o, de otra parte, simplemente copiar las ‘inteligentes’ legislaciones de países o grupos de países como los EE. UU. o la UE en materia de legislación antidumping, salvaguardias, propiedad intelectual, normas sanitarias para la defensa de la salud y el consumidor, así como control de prácticas anticompetitivas, subsidios y ayudas internas.
Hacia el inmediato futuro será necesario evaluar los resultados de la política que castigó el desarrollo y favoreció una apertura unilateral empobrecedora.
Es el momento de revisar nuestra política comercial y de inversiones y por qué no, aplicar lo que hacen los desarrollados en la defensa de sus mercados internos. No seamos ingenuos. El mundo cambió y estamos de retorno hacia una globalización con rostro humano. Tenemos que reconocer nuestro rostro y defender lo humano.
Germán Umaña M.
Profesor.