De niño observaba asombrado cuando algunos amigos colocaban miles de fichas de dominó durante horas, una tras otra, con paciencia y laboriosidad. Pero lo que realmente me sorprendía era cómo cuando finalizaban su empresa los hacían caer, y en segundos, uno tras otro, se derrumbaban hasta estar todos horizontales, nuevamente en el suelo. Al otro día, comenzaban de nuevo.
Y, uno se imagina la firma de los acuerdos de paz con las Farc cuando lo construido pacientemente se manifieste en el efecto dominó y se incorporen rápidamente al proceso otros actores armados como el Eln, caerá el domino de la lógica de la violencia y el conflicto e iniciaremos mañana una nueva mirada sobre el futuro, empezando a construir nuevamente con dudas, incertidumbre, con preguntas sobre las nuevas realidades y sobre aquellas que aún no se encuentran resueltas.
De los tiempos en que tuve la oportunidad de ser actor en las negociaciones internacionales en la Comunidad Andina y en Latinoamérica, en el Alca, en los acuerdos con los Estados Unidos y con la Unión Europea, pude refrendar el viejo principio en el que se decía que “una buena negociación es aquella en que todos se retiran de la mesa después de su suscripción igualmente insatisfechos y pensando en cómo será mañana”.
En este caso, en particular, es cambiar un pasado terrible por un futuro incierto, pero, eso sí, con mayor esperanza.
Tengo que decirles que he hablado, analizado y conversado con los que piensan como yo y darán su voto por el sí en la refrendación de los acuerdos. Pero también con partidarios del no que creen, con sinceridad, en la continuidad de la guerra para resolver las diferencias a partir de la derrota definitiva del contrincante. Les cuento que pudimos hablar y hasta decirnos que ni ahora, ni después del plebiscito seremos enemigos, simplemente contradictores en democracia en el futuro.
Hoy, y hasta el domingo dos de octubre del año 2016, estaré en ‘modo de sí’. No tengo la menor duda, y poco me importa, por ahora, si eso favorece o no, a cualquiera de los politiqueros de turno. ¿Por qué no se callan para no interrumpir por pocos días nuestros sueños de un mundo distinto para las actuales y nuevas generaciones? No sería un voto de silencio, simplemente un acto de contrición.
El lunes, empezaré a contribuir, desde la pequeñez de mi individualidad, en la construcción colectiva de un nuevo país. Simplemente hacia la paz con justicia social. Será para todos los colombianos un nuevo reto en democracia, pero con menos violencia.
Afortunadamente, hasta podré seguir escribiendo sin repetir. Ya no serán ni las mismas preguntas, ni los mismos actores. A muchos de los anteriores los jubilará por decreto la historia. Tendremos que empezar a parar de nuevo el dominó, y, si por casualidad, no resulta, principiaremos de nuevo.
Germán Umaña Mendoza
Profesor universitario
germanumana201@hotmail.com
El efecto dominó
El lunes, empezaré a contribuir, desde la pequeñez de mi individualidad, en la construcción colectiva de un nuevo país.
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