Uno de los temas más interesantes que se desarrollan en el marco de las relaciones internacionales es el de la búsqueda de una normativa multilateral que permita poner coto a la acción de las multinacionales, especialmente las tecnológicas, en los paraísos fiscales.
El hecho de que la tributación esté signada por la evasión y la elusión, y que los impuestos no se tributen ni en los países productores ni en los compradores, ha puesto el dedo en la llaga: son los países (desarrollados o no) contra las multinacionales en los paraísos: es un problema de sostenibilidad.
Por ello, las negociaciones y los estudios que se desarrollan en el marco de la Ocde, el Grupo de los 20, Naciones Unidas y la acción decidida de las organizaciones sociales, y notablemente Oxfam internacional, se han convertido en prioritarios, pues esta práctica criminal solamente podrá ser controlada por acciones y reglamentaciones multilaterales.
El papel de las instituciones nacionales es limitado, frente al poder de estas mafias.
¡Qué tal! Colombia todavía se encuentra solicitando información y reciprocidad a la República de Panamá para determinar si la incluye en su lista de paraísos fiscales. Dicen que la evidencia es el criterio de la certeza, si de eso viven.
“En las Islas Vírgenes, con una población de 18.000 habitantes, se afincan 460.000 empresas”, dice Oxfam. Multinacionales de la evasión y del hambre en las naciones. Dejan huecos. Y eso sin tener en cuenta su papel en los flujos financieros que mueven el narcotráfico y los negocios ilícitos.
Pero, lo que también es cierto es que la salida de utilidades de las multinacionales afincadas en los países en desarrollo, es muchas veces mayor que lo que se recibe por entrada de Inversión Extranjera Directa (IED).
¡Eso para qué! Crecimiento implica, en ese caso, cualquier cosa menos desarrollo y sostenibilidad, puesto que destruyen recursos naturales no renovables y no los sustituyen por nada. Dejan literalmente el hueco.
Los Tratados de Protección de Inversiones que otorgan una ‘cuasi absoluta’ seguridad jurídica a los inversionistas extranjeros deberían necesariamente incluir cláusulas de reciprocidad cuando estas empresas abusen de su posición dominante de mercado, realicen sus operaciones financieras en los paraísos, sobrefacturen exportaciones, depriman precios por debajo de los costos o atenten contra el medioambiente y el desarrollo sostenible y sustentable.
No sé si nos hemos dado cuenta, pero las dos terceras partes del comercio de bienes y servicios, así como los flujos de IED, capital de portafolio y propiedad intelectual, se encuentran signadas por todo tipo de prácticas desleales que impiden que los beneficios del crecimiento y, en lo pertinente a los paraísos, de la tributación, nutran el desarrollo de los países.
Y es que esta situación afecta por igual a grandes y pequeños. ¿No negociaremos nada en lo multilateral? ¿Son finalmente las multinacionales las dueñas del planeta?
Germán Umaña Mendoza
Decano de Economía de la Universidad Central