El sabio guía espiritual Anthony de Mello solía repetir en sus amenas charlas: “Consciencia, consciencia, consciencia”. Y lo repetía una y otra vez porque era consciente de cuán inconscientes viven la mayoría de los humanos. En su estupendo libro Despierta, que comprende charlas sobre la espiritualidad, enseña así: “Usted controla aquello de lo cual es consciente, aquello de lo cual no es consciente lo controla a usted. Sea consciente de que usted siempre será esclavo de aquello de lo cual no es consciente. Si es consciente se libera. Eso todavía puede estar allí, pero ya no lo altera, no lo afecta, no lo controla a usted, no lo esclaviza. Esa es la diferencia. Cuando se alcanza la consciencia nunca hay distracción. Si hay consciencia usted está alerta”.
Consciencia no es inteligencia ni concentración. Es sabiduría, es claridad, es estar presente y amar en el ahora.
El autoconocimiento te regala sabiduría, y esta es como otro nombre de la consciencia sin la cual andas errático. Todos los Maestros han recomendado dedicar tiempo a despertar una consciencia que suele estar dormida. Piensa en todos los desastres y cosas horribles de los humanos, y verás que brotan de la inconsciencia. Ella es un tipo de ceguera espiritual que refleja un estado de profundo desamor y no sintonía con Dios.
Vives mejor y te amas cuando dedicas tiempo a examinarte y a reconocer tus defectos y tus vacíos. Luego, si de verdad has caído en la cuenta de cómo actúas, te dedicas a pulirte y a mejorar. Dar ese paso es el mejor regalo que te puedes brindar, ya que siendo consciente vives en amor y eres feliz. Tu espíritu es la fuente de tu poder y de tu paz. Nútrelo cada día. Relájate, medita y siente a Dios en tu interior.
Amarte es sacar tiempo para escuchar tu corazón. Si lo haces, paso a paso, hallas dos tesoros sin precio: Sabiduría y paz interior. Permite que Dios y sus ángeles sean luz en el sendero que lleva al reino del autoconocimiento, el autocontrol y la esquiva felicidad.
Sé parte del selecto y reducido grupo de humanos conscientes que le dan prioridad al ser y no al tener para aparentar. Es fácil creer que eres espiritual porque rezas o vas a un templo. Es exigente vibrar en amor y ser conscientes y coherentes.
El sendero del espíritu tiene pétalos y espinas, hay días de gracia y días de oscuridad, logros y caídas. Solo llegan a la cumbre los animosos, los que dan lo mejor de sí y no abandonan cuando el ascenso se torna difícil. Cada ser está en este plano poco tiempo para pulirse, dar amor, ser amor y lograr su mejor versión. En ese proceso nadie está solo. Busca sabios guías y cuenta con el Creador y los seres de luz. Siempre están contigo.
Gonzalo Gallo G.
Escritor y conferencista