¿Cuántas personas tienen una buena muerte? La medicina ha avanzado y los peligros del parto, las heridas y las enfermedades son manejables. Pero ante las realidades inevitables del envejecimiento y la muerte, se hace lo contrario de lo que debería hacer.
Atul Gawande, cirujano de Harvard, cuestiona las incapacidades y fallas de la medicina cuando se avecina la muerte: “Creemos que la medicina consiste en garantizar la salud y la supervivencia. Pero en realidad, es mucho más que eso. Los que sufren una enfermedad grave tienen otras prioridades: evitar el sufrimiento y estrechar lazos con familiares y amigos. Estar mentalmente conscientes, no ser una carga para los demás y llegar a tener la sensación de que su vida está completa. Quieren compartir sus recuerdos, transmitir su sabiduría y sus objetos personales, arreglar las relaciones para que los que dejan estén bien. Nuestro sistema de atención sanitaria tecnológica ha fracasado totalmente a la hora de satisfacer esas necesidades”.
Hay muchas preguntas: ¿Morir en casa o en el hospital? ¿Reanimación en caso de paro cardiorrespiratorio? ¿Suministrar antibióticos si se detecta una infección, pese a que se trata de un enfermo terminal o de muy avanzada edad? ¿Afrontar los riesgos asociados a una operación o vivir en casa los últimos meses? ¿Vivir menos pero con mayor calidad de vida? Las respuestas son personales.
Iona Heath es una conocida médica inglesa que ha analizado las repercusiones de la negación de la muerte para el paciente. Publicó el estupendo libro Ayudar a morir. La médica británica cita un estudio esclarecedor al respecto, realizado en Estados Unidos. Se hizo entre pacientes con cáncer avanzado y demencia avanzada: en el 24% de los casos se intentó reanimar al moribundo. El 55% de los pacientes con demencia murieron con los tubos de alimentación. Iona afirma: “Un encuentro muy desafortunado de la medicina moderna es el de un anciano débil e indefenso ya al final de su vida, con un médico joven y dinámico que comienza su carrera”.
Hace años ayudó en el arte del buen morir a una persona y su familia. También recientemente en casos de eutanasia. Lo que se palpa en general es una ignorancia crasa al respecto. Médicos, enfermeras, guías religiosos y el público es muy poco o nada lo que saben, que sea cierto, sobre el morir y lo que sigue. Se ha avanzado, pero falta mucho para que todos lleguen a ese trance con buena información, y la muerte y el duelo no se conviertan en un drama o una pesadilla. Solo una ínfima minoría arriba a su transición en paz y sin estos frenos: 1 Apegos. 2 Temores, 3 Pendientes y ciclos sin cerrar. 4 Odios y culpas. 5 Poco amor. 6 Espíritu descuidado o desnutrido. 7 Preparación para partir.
Para ayudar en eso está mi libro 7 Frenos para morir bien.
Gonzalo Gallo G.
Escritor-conferencista