1. Es un atentado contra Dios y contra una fe racional creer que el terremoto en Haití es un castigo divino por la práctica del vudú. Dios nunca castiga ni premia. Sencillamente hay unas leyes universales y quien las conoce y las respeta fluye en paz, incluso triturado por el destino. Haití está sobre una falla geológica y eso pide construcciones sismorresistentes o construir en otro lugar.
Así de simple. ¿Hasta cuándo va a perdurar la terrible imagen de un Dios sádico o castigador?
2. Hay ligereza al afirmar que Haití es víctima de una maldición. Es cierto que una maldición tiene consecuencias negativas cuando se cree en ella, pero no hasta el punto de mover las capas tectónicas de la tierra.
El efecto nocivo se palpa es en la actitud derrotista de un pueblo que por años ha tolerado gobernantes corruptos y hoy está en caos por el analfabetismo, la mala educación, la resignación y otras plagas mentales, emocionales y espirituales. Allí hay una lección para todos.
3. Con el respeto que se merecen los que así crean, el movimiento telúrico tampoco tiene nada que ver con un supuesto pacto con el diablo. Aún persiste una mentalidad de buscar causas exóticas para lo terreno. Es un recurso infantil para encontrar culpables y lavarse las manos.
El único diablo es la energía oscura que crean los seres humanos con su desamor. Las palabras y los pensamientos son energía, pero no causan sismos.
4. Un oriental acierta cuando nos habla del contraste entre los opuestos: yin y yang, bien y mal, luces y sombras, catástrofe y humanismo.
Y de eso hemos sido testigos tantas veces: tiene que darse lo que etiquetas como 'malo', en este caso un terremoto, para que de allí surja lo que llamas bueno: la solidaridad de millones y la reconstrucción de un país.
El ser humano evoluciona por ley de contraste: cuando más valoras tu salud es cuando te enfermas y los problemas son oportunidades para hacer algo.
5. Debido al daño infringido a la madre Tierra sufrimos heladas, sequías, inundaciones y huracanes. ¿También terremotos? No se sabe, pero nos ayuda a tomar conciencia y suprimir un consumismo desaforado y destructor.
Todo lo que acaece es para aprender y evolucionar, y el ser humano pocas veces aprende en la 'Escuela del Amor'. No, aprende con ego y torpeza en la 'Escuela del Dolor', que es la misma de la inconsciencia y la ignorancia.
6. Los guías espirituales dicen que no hay injusticias. Claro que esto pide creer en la reencarnación y entender que todo lo que hoy se da es el fruto de lo que se sembró en el pasado. Hay karmas individuales y colectivos, y casi nada sucede al azar. Con esta visión es más claro asumir lo que parece absurdo.
Una creencia que en la iglesia primitiva estaba presente, ya que en nada va contra la verdadera esencia de la fe cristiana. No existe la impunidad en el mundo espiritual y siempre se vive lo que se tiene que vivir.