Aunque pueda sonar demasiado amarillista o alarmista, el comportamiento del mercado bursátil colombiano en septiembre fue francamente decepcionante a nivel general y abiertamente negativo para sus protagonistas y para los inversionistas en general. De acuerdo con el reporte enviado por el analista especializado, Orlando Santiago, a través de su portal Fenix Valor, las cifras al cierre del periodo indican, por ejemplo, que el índice Colcap –considerado hoy por hoy el más representativo del mercado– cayó 5,96 por ciento. El COL20 no se quedó atrás y retrocedió 7,30 por ciento, en tanto que el destronado, pero aún vigente, Igbc perdió 7,17 por ciento de su valor.
De la canasta de acciones que normalmente se transan en el día a día, o sea las de alta bursatilidad, solo seis de ellas tuvieron aumentos de precio: Valorem, 7,32 por ciento; Paz de Río, 3,85 por ciento; Terpel, 1,66 por ciento; Mineros, 1,38 por ciento; Enka, 0,78, y Banco de Occidente, 0,74 por ciento. Todas ellas, empresas muy importantes, pero no propiamente las más apetecidas por el mercado y muy lejos de calificar como sociedades anónimas abiertas. Por el contrario, las que desafortunadamente lideraron las pérdidas fueron firmas conocidas y admiradas, como Canacol (-19,88 por ciento); Pacific Rubiales (-15,06 por ciento); Avianca (-10,13 por ciento), y Grupo Éxito (-8,45 por ciento). La joya de la corona, Ecopetrol, ‘solo’ se desvalorizó en el mes 4,82 por ciento, para infortunio de cerca de 400 mil pequeños accionistas, pero especialmente para papá Gobierno.
A propósito de la petrolera, en lo corrido del año su acción ha caído aproximadamente 15 por ciento. Traducida esta cifra a pesos contantes y sonantes, el Gobierno ha visto desvalorizar su inversión en unos 24 billones, que equivalen, grosso, modo al mayor valor que se espera recaudar por la vía de las próximas tres reformas tributarias de carácter ‘integral’. Si bien es claro que el Gobierno no puede actuar como inversionista de carácter especulativo, vendiendo y comprando acciones a través de la bolsa, esta dura realidad no deja de sembrar dudas acerca de la conveniencia de mantener tantos recursos inmovilizados en el capital de una empresa.
Para consuelo de los que les gusta jugar a las acciones, resulta que a los inversionistas en renta fija, cuyo principal componente son los títulos de deuda pública TES, tampoco les fue bien en este septiembre negro. Los TES se desvalorizaron en un nada despreciable 5,88 por ciento, confirmando aquello de que la renta fija es cada vez menos, precisamente, eso. De no revertirse la tendencia en el inmediato futuro, más de un asalariado va a quedar sorprendido (negativamente) cuando reciba su próximo extracto de aportes a la seguridad social.
Lo paradójico es que en este momento, la fotografía de la economía colombiana es de las más atractivas en el contexto internacional y se supone que una bolsa de valores debería ser un reflejo fiel y fidedigno de lo que sucede en la economía real. También es cierto que los mercados son sabios –despiadadamente sabios– y suelen anticiparse a los hechos. ¿Será que este comportamiento claramente negativo es consecuencia de la estampida de las golondrinas, fenómeno acertadamente analizado por una autoridad en la materia como el exministro Guillermo Perry? Lo preocupante es que las grandes crisis bursátiles en el mundo y, en Colombia, históricamente, han ocurrido en octubre, y si uno revisa el almanaque, encuentra que, ¡después de septiembre viene justamente octubre!
Esperemos que se rompa la tradición y llegue pronto diciembre con toda su alegría.
Gonzalo Palau Rivas
Profesor, U. del Rosario
gonzalo.palau@urosario.edu.co