Agosto 7 del 2006: toma posesión por segunda vez como jefe del Estado, Álvaro Uribe Vélez. Le hace entrega de la banda presidencial, la tristemente recordada, Dilian Francisca Toro, en su condición de presidenta del Senado y, por ende, del Congreso en pleno. Cosas del destino: uno de los episodios más imprevistos en esta ceremonia fue la dificultad de la que hizo gala doña Dilian para imponer la banda en el pecho del Presidente.
Después de varios intentos, la banda quedó al revés como signo premonitorio de los procesos judiciales –aún en curso– que enfrentaría la senadora de marras y más que todo del camino torcido y tortuoso que caracterizó la segunda administración de Uribe, incluido su frustrado intento de segunda reelección.
Agosto 7 del 2010: Juan Manuel Santos, a nombre del partido de La U, recibe la banda presidencial que lo acredita como jefe de Estado para el periodo 2010-2014. Le corresponde el honor de imponer el testimonio al senador Armando Benedetti, quien en su discurso de posesión y en presencia de ilustres personalidades provenientes de todas las latitudes, centra su intervención haciendo énfasis en uno de los aspectos más negativos y adversos de la realidad nacional: la desigualdad económica y social. Textualmente afirmó: “América Latina no es la región más pobre del mundo, pero sí la más desigual y dentro de la región Colombia se distingue por ser la primera o segunda más desigual”. Sorpresivamente, a esta ceremonia asistió el ex presidente Álvaro Uribe, como mandatario saliente.
La tradición hasta ese día consistía en que el saliente esperaba al entrante en la Casa de Nariño y luego de un breve apretón de manos, se retiraba a sus aposentos privados a descansar de los ajetreos de los últimos cuatro u ocho años. Las sorpresas, sin embargo, no pararon ahí. La expresión en el rostro de Álvaro Uribe al escuchar el discurso del senador Benedetti fue evidente de aquí a Pekín. El protocolo y las buenas maneras indicaban que frente a visitantes tan ilustres, un dirigente debe hacer énfasis en lo positivo y no en lo negativo. ¿Será que al término de ocho años no había nada importante para destacar y resaltar?
Malévola interpretación, pero causa indudable del disgusto.
La historia reciente se encargaría de suministrar sorpresas a granel en virtud del evidente distanciamiento entre Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos. Aquello del ‘nuevo mejor amigo’ fue algo así como el ‘florero de Llorente’ en la relación entre los dos dirigentes y representó el punto de quiebre en sus relaciones políticas y personales.
Agosto 7 de 2014: episodios como estos no se presentaron, salvo la ausencia de la bancada del Centro Democrático en actitud que no guarda coherencia ni armonía con las reglas de la democracia. Síndrome o pataleta del mal perdedor.
Obviamente, el discurso presidencial tuvo su eje central en el tema de la paz. Para resaltar también, el énfasis en la importancia de retomar la educación como estrategia fundamental, en contraste con lo evidenciado en el cuatrienio recién culminado. Para el 2018 –cualquiera que sea el presidente ungido–, el proceso de paz deberá ser ya una realidad y el reto será saber cosechar sus beneficios. Un escenario diferente significaría la mayor frustración para la sociedad colombiana.
Coletilla: la conducta indebida y al límite de lo penal, asumida por parte de empresas de primer nivel, demuestra que aquello de la responsabilidad social empresarial en nuestro país está en pañales.
Gonzalo Palau Rivas
Profesor, Universidad del Rosario
gonzalo.palau@urosario.edu.co