Los debates políticos de las últimas semanas han estado marcados por discusiones sobre las políticas económicas que se deben implementar para acelerar el proceso de recuperación y reducir los niveles de pobreza y desigualdad.
Son muchas las ideas que se pueden poner sobre la mesa, pero en lo que sin duda debe haber consenso es que para lograr ese desarrollo y bienestar de los ciudadanos se hacen necesarias instituciones fuertes y reglas del juego claras que ofrezcan certidumbre a los agentes económicos, a la vez que los dejen actuar con la libertad que requieren para llevar a cabo sus proyectos. Aspectos como la estabilidad macroeconómica y la eficiencia de los mercados se constituyen como pilares sine qua non del desarrollo.
En un continente caracterizado por su inestabilidad política y económica, Colombia se ha destacado por el manejo responsable de su política económica, hecho que no solo ha contribuido a consolidar su credibilidad entre los inversionistas, sino que también ha permitido que, salvo episodios puntuales causados por fuentes primarias internacionales, no haya atravesado por fuertes crisis económicas.
Esta estabilidad macroeconómica, uno de los activos más valiosos del país, debe ser defendida, explicada y divulgada ampliamente a los ciudadanos en la medida en que, por desconocimiento, se percibe en muchas ocasiones como dada y lejana de sus preocupaciones.
También se debe buscar una mayor eficiencia de la política económica y de los mercados, puesto que todavía existen lastres que limitan el crecimiento y el desarrollo social de una parte significativa de la población.
A manera de ejemplo podemos analizar el mercado laboral, pues su institucionalidad impone rigideces que afectan la formalización e impiden la vinculación bajo esquemas laborales no tradicionales. Asimismo, puede hablarse de la normatividad de nuestra política comercial, que, pese a avances como la reducción de aranceles, aún se encuentra marcada por tratamientos diferenciales que generan ineficiencias y limitan la competitividad de nuestras empresas.
Tanto la estabilidad macroeconómica como la eficiencia de los mercados son condiciones necesarias para consolidar un crecimiento económico de carácter inclusivo y sostenible con el que se pueda responder a las crecientes demandas sociales y empresariales. Hoy podemos observar cómo en países vecinos segmentos de la población que se perciben como excluidos de los beneficios del crecimiento económico se ven atraídos por promesas de cambios radicales a la política económica que la mayoría de las veces terminan en dolorosos retrocesos del bienestar de esas sociedades. Esto debe llamar la atención de todos para impulsar políticas más equitativas, como bien lo ilustraba Albert Hirschman con su metáfora sobre el ‘efecto túnel’, pero sin omitir la importancia de preservar, entre otros, la libertad de mercado, la sostenibilidad fiscal, y la estabilidad comercial y de precios.
HERNANDO JOSÉ GÓMEZ RESTREPO
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