El éxito de la política económica y social está en lograr una efectiva movilidad social, reflejada en la generación de unas condiciones que permitan mayores oportunidades de superar las trampas de pobreza y alcanzar una mejor calidad de vida.
En Colombia, tras años de avances, la vulnerabilidad de la clase media encontró en la pandemia un obstáculo que hizo retroceder parte del camino que se había recorrido. Las cifras de pobreza regresaron a los niveles de hace más de una década, con cerca de 2,9 millones de colombianos que pasaron a situación de pobreza o vulnerabilidad.
Esta situación se ve agravada porque han venido acompañadas de un incremento en las expectativas de los jóvenes. El estancamiento en la productividad, y la incapacidad de modernizar nuestro sistema tributario, la regulación laboral y el régimen de pensiones ha llevado a que el círculo vicioso de la pobreza y desigualdad se acentúe con la falta de oportunidades, hoy reflejada en una tasa de desempleo juvenil que bordea el 23% y en que el tiempo para que los hogares pasen de bajos a medios ingresos es de hasta 11 generaciones, según la Ocde.
La construcción de un puente más amplio y con sólidas bases que dé paso a una mayor movilidad social de los colombianos requiere de varias medidas entre las que destaco cuatro, en las cuales el sector financiero es y será un jugador fundamental: (i) brindar un mayor acceso de nuestros jóvenes a la educación superior de calidad para adquirir mejores competencias que respondan a las nuevas necesidades del sector empresarial, (ii) propender por un mercado laboral más meritocrático, empezando desde el sector público para alinear los incentivos hacia una mayor productividad, (iii) impulsar más políticas de apoyo y recursos al emprendimiento y (iv) dinamizar la inclusión financiera en el país.
En este último punto es de destacar que la existencia de un sector financiero sólido y eficiente juega un rol crítico en la anhelada movilidad social, al brindar mejores oportunidades de financiación para familias y empresas. En la última década, el número de adultos con al menos un producto financiero pasó de 18 millones a cerca de 31 millones.
Y por el lado del crédito, la profundización ya llega al 50%, donde hoy podemos destacar 1,2 millones de hogares que están logrando financiar su vivienda propia y 2,6 millones de empresas de todos los tamaños que pueden apalancar sus proyectos. Aún hay mucho camino por recorrer.
Estas cuatro claves para la mayor movilidad social requieren, de todas maneras, de una visión más holística e incluyente, que tome en cuenta las aspiraciones de las nuevas generaciones. El sector financiero está listo para aportar en estos temas.
Hernando José Gómez
Presidente de Asobancaria presidenciaasobancaria@
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