Con este título, el periodista Joaquín Estefanía publica un artículo en el diario El País, de Madrid, acerca de los desequilibrios entre capitalismo y democracia, apoyado en 27 libros publicados en España entre 2014 y 2015, cuyo hilo conductor es: “el principal enemigo del capitalismo son los capitalistas. Por sus abusos e irregularidades”.
Señala que, desde antes de la crisis hasta el 2014, el respaldo a la economía de mercado ha bajado en España 22 %, colocándola como una de las más anticapitalistas, solo por encima de México y Argentina.
En las mismas semanas se conoció el estudio del Instituto Roosevelt Rewriting the rules of the American Economy, liderado por el nobel Joseph Stiglitz. En él, se encuentran frases que podemos aplicar a nuestro medio, como: “la desigualdad no es inevitable, es una elección que hacemos de las reglas que creamos para estructurar nuestra economía. En los últimos 35 años, las alternativas de política de América han estado basadas en falsas asunciones, y el resultado es una economía debilitada, en la cual la mayoría de americanos lucha para alcanzar o mantener un estilo de vida de clase media, mientras un pequeño porcentaje disfruta de una creciente tajada grande de la riqueza de la nación”. O, “tenemos un sistema tributario que genera recaudos insuficientes y prefiere la búsqueda de ganancias de corto plazo sobre las inversiones de largo plazo”.
Para solucionar estos problemas, el autor aconseja elevar la tarifa marginal, convirtiendo todas las reducciones en créditos y limitando su uso; subir los impuestos a las ganancias de capital y a los dividendos, y estimular las inversiones en el país, gravando las sociedades sobre sus ingresos globales.
En la misma dirección, un grupo de expertos, encabezado por el exministro José Antonio Ocampo dio a conocer una propuesta para la Reforma de la Fiscalidad Corporativa Internacional. La primera de las declaraciones de principios del estudio señala que: “las tácticas abusivas en el ámbito tributario por parte de las corporaciones multinacionales aumenta la presión tributaria sobre el resto de los contribuyentes, vulnera las obligaciones cívicas de las corporaciones, roba a países, desarrollados y en desarrollo, recursos para luchar contra la pobreza y para financiar los servicios públicos, exacerba la desigualdad de ingresos y aumenta la dependencia de los países en desarrollo de la asistencia oficial”. Al respecto, la Comisión Europea retomó un proyecto que dormía desde el 2011, para armonizar el impuesto de renta de las sociedades, evitando que las multinacionales utilicen artificios fiscales para evadir.
Como se advierte, existe un vínculo estrecho entre la desigualdad y la tributación. Además, los errores y los vacíos en la tributación afectan en mayor grado a los países en desarrollo, porque sus necesidades de recursos son mayores para dotar a sus habitantes de los servicios esenciales.
No se trata, como reiteran los tratadistas, de quitar a los ricos para dar a los pobres, sino de obtener la tributación justa para financiar un verdadero Estado Social de Derecho.
En Colombia, tenemos las tasas más elevadas, pero recaudamos menos que los vecinos.
Horacio Ayala Vela
Consultor privado
horacio.ayalav@outlook.com