Era de esperarse que el Gobierno propusiera ajustes a la tributación, impulsados por el deterioro de las finanzas que está generando la pandemia. Pero no se anticipaba su inoportunidad y el perfil optimista e iluso de la propuesta, ignorando que muchos ciudadanos también han visto reducidos sus ingresos, y que estamos en vísperas de un año electoral.
Quizá los autores del texto del proyecto confiaban en que con las envolturas de asistencia social para los más pobres quedaba adecuadamente adornado el paquete de temas tan delicados como el IVA a los alimentos y a los servicios públicos.
Se esperaba igualmente que, después de los amplios estudios y recomendaciones de la Comisión de Expertos Tributarios sobre los gastos fiscales, se presentaran iniciativas para reducirlos, más allá del impacto desmedido sobre la tributación a las personas naturales, principalmente los trabajadores asalariados. El caballito de batalla, desde hace unos cuantos años, ha sido la reducida tributación de las personas naturales en Colombia, frente a los países de la OCDE. Pero parece que, para los redactores de los proyectos, los únicos beneficios fiscales visibles son los que se otorgan a los asalariados.
Los redactores de este y otros proyectos similares ignoran u olvidan, por ejemplo, la exención de que gozan las utilidades en venta de acciones inscritas en la bolsa de valores o el nulo impuesto que han pagado las jugosas utilidades en la venta de acciones de sociedades colombianas a inversionistas del exterior.
Pretendía el proyecto que cursaba en el Congreso cuadrar las finanzas con los impuestos sobre las rentas de trabajo, sin tocar, de nuevo, los grandes beneficios que disfrutan algunas empresas, como las zonas francas, criticadas por todos los expertos internacionales o los cultivos de tardío rendimiento, y todos los demás.
De acuerdo con el Dane, el número de colombianos que gana hasta un salario mínimo ha crecido, hasta el punto que en 2017 era el 58% de la población, en 2018 el 56,6% y en 2019 subió al 60,8%. De la misma manera, para los trabajadores que ganan entre uno y dos salarios mínimos disminuyó desde 31,2% en 2018 a 26,7% en 2019 y 24,8% en 2020. Los que ganan más de dos salarios mínimos también disminuyeron de 12,5% en 2019 a 11,4 en octubre de 2020.
Respecto de las pensiones, bienvenido el gravamen a las más altas, que son las más subvencionadas por el estado; porque las pequeñas están gravadas, desde el primer peso, por iniciativa de este gobierno, a través del Régimen Simple de Tributación.
No ha tenido suerte el Ministro Carrasquilla con sus reformas tributarias.
En el primer gobernó Uribe presentó un proyecto muy técnico que el propio presidente le desbarató, después de asistir a las asambleas de dos influyentes gremios, sustituyéndolo por beneficios que todavía están afectando los ingresos fiscales.
Horacio Ayala Vela
Consultor privado.
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