Si uno somete a una patología microscópica determinadas políticas públicas aberrantes, encontrará que su disfuncionalidad global está compuesta, muchas veces, por microdecisiones o microoperaciones que, en sí misma, obedecen a una lógica razonable.Es un fenómeno fascinante: la aberración surge de la suma macro de segmentos micro, los cuales, por separado, ostentan razonabilidad.
Un ejemplo: cuando se pusieron en práctica las llamadas Zonas de Normalización para los exguerrilleros de las Farc, estos formularon una queja: las porciones de carne para los desmovilizados iban desde Bogotá y llegaban descompuestas. Según uno de los jefes de la antigua guerrilla, la falla estaba en la ejecución de la operación administrativa. Si no se centralizaran todas las decisiones –las compras– en Bogotá, esto no ocurriría. Suena razonable. Son operaciones, a primera vista, planeadas por fuera de la racionalidad y la eficiencia. Pero al segmentar en pequeños trozos la cadena de decisiones, veremos que cada uno posee una lógica que desaparece en el conjunto.
Por un lado, las compras en grandes cantidades tienen regulaciones legales necesarias para combatir la corrupción. Además, se exige un registro de proveedores que muestre músculo financiero, capacidad operativa, garantía de proveer altos volúmenes y experiencia y confiabilidad. Los proveedores locales carecen de esos requisitos.
Por otro, los mecanismos de centralización de las compras públicas permiten transacciones de mayor volumen, lo cual ha redundado en mejores precios. Como no era una sola zona la que demandaba productos, se optó por realizar compras globales, con un ahorro considerable para el Erario. Esto favorece a los contribuyentes.
¿Entonces, no era razonable disponer de una cadena de frío para evitar la descomposición del alimento? Aunque este sería un sobrecosto importante, en condiciones de relativa continuidad sería aceptable. Pero el diseño de esas zonas, más allá de lo que ocurrió luego, era extremadamente breve. Debían durar solo el corto lapso previsto para la dejación de las armas.
Por fin, uno de los antiguos comandantes señaló un camino nuevo que eliminará la aberración de la suma de operaciones micro. Bastaba, dijo, “hacer lo que hacemos en la guerrilla. Llevar el ganado en pie y sacrificarlo en la zona”. Pero a esa lógica brillante se opuso una no menos válida. En términos de salud pública, no es posible legalmente sacrificar ganado por fuera de mataderos certificados. Que no ocurra así siempre, no libera al Estado del deber de cumplir normas que van en beneficio evidente del consumidor.
Tenemos, entonces, una cadena de operaciones gubernamentales con serias fallas de conjunto, que harían pensar que los ejecutores de estas son unos ineptos, pero al descomponerlas en segmentos, cada uno de los eslabones posee una lógica sólida. La aberración macro está hecha de micrológicas razonables.
Otro caso: una institución pública del sistema nacional de salud necesitó cocaína para realizar una investigación. ¿Habrá algo más sencillo que adquirir cocaína en Colombia? Pero de inmediato surgió la primera objeción: es ilegal adquirir esa sustancia. Si lo es para un consumidor corriente, con mayor razón para una entidad estatal. La salida que se encontró fue importarla, proveniente de institutos de investigación extranjeros habilitados para tales fines. Se escogió uno situado en Estados Unidos. Al solicitar la licencia de importación, las regulaciones oficiales de la época exigían la certificación de que no había producción nacional. Fue necesario, pues, que la autoridad competente certificara que en Colombia no se producía cocaína. Y, así, fue posible importar una porción de cocaína, seguramente proveniente de Colombia.
Hay no solo una clara irracionalidad en el conjunto, que incluso tiene trazas de humor inocultable, pero que al descomponerlo muestran en cada escalón una micrológica vigorosa. La lección para los administradores es tener la habilidad de descubrir las lógicas pequeñas y aplicarlas del mejor modo posible, tratando de lograr que la desviación del conjunto, si no se puede eliminar, al menos se logre reducir. No es fácil.
Humberto de la Calle
Excandidato presidencial