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VIERNES, 08 DE DICIEMBRE DE 2023

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Ian Bremmer
coyuntura

Las amenazantes complicaciones de una larga pandemia

Algunos se sentirán tentados de catalogar estas preocupaciones como problemas de países específicos en vez de verlas como un asunto mundial.

Ian Bremmer
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Ian Bremmer

Un año después de que iniciara la pandemia, los efectos sanitarios hablan por sí mismos: más de 105 millones de personas hasta donde se sabe se han contagiado en todo el mundo, y hay más de 2 millones de muertos.

La buena noticia es que las vacunas están en camino; la mala es que estamos ante una recuperación intermitente durante al menos el próximo año, con todas las complicaciones económicas, políticas y sociales que ello conlleva.

Por supuesto, algunos países, y ciertos segmentos de la sociedad dentro de ellos, están mejor equipados para manejar lo que venga a continuación. Y ese es precisamente el problema cuando comenzamos el lento camino hacia nuestra próxima normalidad.

Si bien las recuperaciones en forma de K para los mercados son preocupantes, estas para los países tienen el potencial de ser mucho peores. Estas son las razones:

En primer lugar, una recuperación desigual ampliará las divisiones dentro de los países. Para las economías desarrolladas, el virus ha afectado de manera desproporcionada los ingresos de los trabajadores de servicios y de bajos recursos, y en muchos casos eso ha significado que mujeres y personas de color soporten la peor parte de la recesión.

Los países que tienen los medios económicos para ayudar a sus ciudadanos se encuentran en una posición privilegiada, pero incluso en EE. UU., el país más rico del mundo, varias rondas de estímulo se han visto frenadas por temas políticos.

De hecho, no está garantizado que lo que sea que el presidente Joe Biden y los demócratas pasen por el Congreso sea suficiente para ayudar a los más vulnerables más allá de los próximos meses.

En Europa, aunque el paquete de ayuda para la pandemia se formó rápidamente, el dinero no se distribuirá en serio hasta la segunda mitad del año.

Tanto Europa como Estados Unidos han estado luchando contra el populismo en los últimos años, impulsado tanto por la frustración con el ‘establecimiento’, como por los temores hacia el futuro, cada vez más incierto. La asistencia inadecuada a quienes más la necesitan tiene el potencial de prolongar esas luchas por más tiempo.

En las economías en desarrollo, se está gestando una historia similar, con los más vulnerables soportando la mayor parte del impacto económico, una realidad que intensificará las tensiones de clase, étnicas y religiosas existentes.

Para agravar los desafíos, las economías en desarrollo no cuentan con los mismos recursos para realizar grandes esfuerzos de estímulo o redes sólidas de seguridad social, un problema que afecta particularmente a América Latina, el Medio Oriente y más allá.

Estos pueden verse tentados a pedir dinero prestado para ayudarlos a sobrevivir a los desafíos inmediatos de la pandemia, pero eso a su vez podría conducir a una contracción de la deuda si esos recursos no se administran con prudencia o si la economía mundial tarda más de lo esperado en recuperarse. Eso es completamente posible dadas las nuevas mutaciones del virus que se están extendiendo.

La desigualdad en la recuperación entre los países trae problemas propios. Los que no tienen su propia capacidad de producción de vacunas, ni los medios para comprarlas directamente a los proveedores, sufrirán la mayoría de los retrasos. La iniciativa Covax ayuda, pero solo se impulsará una vez que las economías ricas hayan vacunado a una parte significativa de sus propias poblaciones.

Estos retrasos significan más restricciones de viaje para los países más pobres, lo que les dificultará salir de sus agujeros económicos, particularmente para los que dependen de las remesas.

La incapacidad de avanzar mucho en la vacunación de sus poblaciones también significa que muchos de estos serán menos atractivos como destinos turísticos, un problema particular para los del sudeste asiático, cuyas economías dependen de estos flujos.

Algunos se sentirán tentados de catalogar estas preocupaciones como problemas de países específicos en vez de verlas como un asunto mundial. Las personas con ese argumento harían bien en recordar que en un mundo globalizado, los problemas de las naciones en desarrollo tienen verdaderas repercusiones.

Nuestra economía global no volverá a ser lo que era hasta que todos logren controlar la pandemia. A pesar de lo malo que fue 2020 en la lucha contra la pandemia, la respuesta económica fue sólida en casi todas partes. Pero a medida que se pone en marcha la recuperación y la crisis sanitaria se vuelve menos aguda, las respuestas se volverán más desiguales.

Eso no solo complicará la política interna de EE. UU., sino también su geopolítica. Los políticos deberían empezar a tener eso en cuenta.

Ian Bremmer
Presidente de Eurasia Group y GZero Media, y autor de ‘Us vs. Them: The Failure of Globalism’.
@ianbremmer

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