Las corporaciones B (Benefit Corporation) están cambiando la forma como se conciben, operan y crecen las empresas. Esta categoría de emprendimiento, surgida en EE. UU. en el 2010, se refiere a aquellas firmas que equiparan su ánimo de lucro con su deseo fundacional de impactar positivamente en la sociedad y el medio ambiente.
Asumir este compromiso demanda que sus líneas gerenciales y juntas directivas no solo evalúen el desempeño financiero de la empresa, sino su impacto social.
Para evitar que este concepto termine siendo consumido como una herramienta de exclusivo mercadeo, ingresar al club no es fácil.
Las compañías requieren contar con un reporte anual de impacto social, aplicando estándares rigurosos, similares a los que se fijan para la transparencia contable y toma de decisiones, de la mano con los códigos de gobierno corporativo.
En los estados de Maryland, Virginia, New Jersey, California y Washington, entre otros, han promulgado las normas de registro, supervisión y fomento de las empresas B.
En América Latina, el movimiento ha empezado con fuerza.
En la región ha surgido el Sistema B, una plataforma de registro, fomento y promoción de organizaciones motivadas a solucionar problemas sociales y ambientales con productos innovadores.
Su filosofía consiste en aplicar los mejores estándares de impacto comunitario y medioambiental, mientras se incuba una cultura de responsabilidad y apoyo a sus proveedores, clientes y socios. Hoy, tienen presencia en más de 23 países y con cerca de 700 empresas certificadas.
Para avanzar en su misión, Sistema B busca crear un ecosistema de apoyo que incluye grandes compradores, universidades, comunicadores, inversionistas de impacto, gestores públicos, líderes políticos y empresarios.
Entre sus misiones está promover la legislación de fomento, estímulo y registro de este tipo de corporaciones, desarrollar una cultura de pensamiento en diseño (Design Thinking) para el beneficio colectivo y adelantar una apertura de mercados conscientes frente al propósito social de los emprendimientos.
Algunas empresas que hacen parte de este movimiento son las chilenas Pegas con Sentido, una plataforma de casatalentos para el sector de responsabilidad social; la compañía de reciclaje Triciclos, o la distribuidora de botellas de agua Late.
En Colombia, están la consultora de sostenibilidad BSD, la diseñadora e instaladora de soluciones solares de energía Hybrytec, y la asesora en gestión y soluciones para el sector salud Conexia, por mencionar algunas.
En Argentina y México el movimiento sigue cobrando fuerza, expandiéndose en distintos sectores que van desde vivienda hasta soluciones tecnológicas para gestión empresarial.
En la actualidad no todos los países cuentan con leyes, incubadoras, promotoras, fondos de inversión y redes de compradores enfocados en compañías B.
Colombia tiene un enorme potencial en este nicho empresarial, impulsado por una nueva generación comprometida con productos que impacten favorablemente a la comunidad. Al igual que Chile, nuestro país debe hacer de las compañías B un sello de calidad e implementar un marco legal e institucional que les permita florecer
Iván Duque Márquez
Autor del libro Pecados monetarios