Lo peor que le puede pasar a Colombia es repetir con el Eln los errores cometidos con las Farc. Esta semana, mientras el presidente Santos sigue en su tarea de cumplir a toda costa con las pretensiones de impunidad de las Farc, se conoció la segunda masacre de civiles en menos de tres meses en el departamento de Nariño. Trece personas fueron asesinadas en el municipio Magüí Payán, a lo que la Defensoría del Pueblo llamó una masacre atribuida al Eln. Entre las víctimas hay varios líderes y una mujer embarazada. A estas muertes se suma el asesinato de seis líderes campesinos en Tumaco, el pasado 5 de octubre, en hechos que aún no han sido esclarecidos en su totalidad por las autoridades.
En medio de estos asesinatos, renunció la cabeza del equipo oficial de negociación con el Eln, Juan Camilo Restrepo, y ayer dimitió el general en retiro Eduardo Herrera, también parte importante del equipo, dando un pésimo mensaje sobre el estado de las negociaciones con este grupo guerrillero.
¿Puede continuar una mesa de negociación con un grupo que sigue cometiendo masacres, asesinatos, secuestros y todo tipo de fechorías? ¿Estamos dispuestos los colombianos a seguir entregando la institucionalidad a cambio de sometimientos parciales que dejan supuestas disidencias y más violencia e impunidad?
No podemos olvidar que el Eln no quiere menos de lo que ya se les dio a sus hermanos mayores de las Farc, quienes están ad portas de llegar al Congreso sin haber reparado a las víctimas, sin haber cumplido sus penas y sin haberle dicho toda la verdad al país, mientras el gobierno sigue en la búsqueda de mecanismos hechizos para cumplir sus pretensiones de impunidad. Entre tanto, sus disidencias azotan varias zonas de Colombia y vemos cada vez más lejos la tan anhelada paz.
Lo peor que se pudo haber hecho con las Farc, error que no se puede volver a cometer con el Eln, fue haber negociado mientras estos criminales seguían cometiendo acciones terroristas. No olvidemos a los militares asesinados en el Cauca, los ecocidios que cometieron en el país mientras ellos paseaban en Catamarán en Cuba. Hoy, no podemos aceptar que las personas que están cometiendo actos criminales, sigan en una mesa de negociación tratando de sobornar al gobierno.
Si el Eln se quiere desmovilizar, desarmar y reinsertar, se tiene que concentrar y suspender todas las actividades criminales, con monitoreo internacional. La justicia transicional puede concederse, pero con una reducción sustancial de la pena y no la ausencia de pena efectiva y privativa de la libertad, y en condiciones claras de verdad, justicia y reparación.
Colombia ya está pagando las consecuencias de un muy mal acuerdo con las Farc, exabrupto que no se puede repetir, pues ha afectado la estabilidad institucional y está amenazando de manera estructural la seguridad nacional.
No podemos hablar de ‘paz’ y, al mismo tiempo, seguir premiando al delincuente; las instituciones no se pueden seguir arrodillando o tendremos más acuerdos y menos paz. Los colombianos ya estamos cansados y queremos pasar, definitivamente, la página de la impunidad. Queremos un país donde triunfe la legalidad, se impulse el emprendimiento y se generen condiciones de equidad.