Hablar de desarrollo económico a nivel nacional es como entrar en un túnel que desemboca en la catarata económica del crecimiento. Mauricio Cárdenas, en su texto Introducción a la economía colombiana, parafrasea a Robert Lucas: “cuando se empieza a pensar en los determinantes y las implicaciones del crecimiento económico, es difícil pensar en algo más importante. Sin crecimiento económico es prácticamente imposible reducir la pobreza y mejorar la calidad de vida de las personas”.
Por esa razón, es que tal vez al actual Ministro le preocupa más el déficit fiscal y la débil tasa de crecimiento de la economía, pero no le angustian temas como la pobreza, la desigualdad, la educación o la investigación. Es por ello que defiende con ahínco reformas que endurecen el recaudo para cerrar el desbalance fiscal buscando mayor producción, puesto que considera que el crecimiento por sí mismo es suficiente para reducir la pobreza y mejorar la calidad de vida.
Pensar bajo esta lógica es suponer, primero, que existen mecanismos y políticas de redistribución de la renta, y segundo, que funcionan bien. La Comisión de Expertos para la Equidad y la Competitividad Tributaria planteó que: “Colombia es uno de los países con mayores niveles de inequidad en la región y en el mundo. El ingreso que concentra el 10 por ciento más rico es 11,1 veces más grande que el ingreso que recibe el 10 por ciento más pobre. Esta relación es alrededor de 3 veces en los países europeos, de 6 veces en Estados Unidos, 8.4 veces en Chile y 9.5 veces en México”. Además, demostró que el Gini antes y después de impuestos era prácticamente el mismo, poniendo en evidencia las perversas políticas de redistribución.
En otras palabra, el Ministro está persiguiendo, dentro de un túnel, propósitos bajo unos supuestos que no existen, es por eso que mientras corren las avalanchas por fuera del mismo, el Ministro no se percata de ellas y sigue vociferando desde adentro una idea que resulta maligna y que lo ahoga entre sus ecos, al tiempo que afuera crecen las disparidades. Su incapacidad para romper un paradigma dominante, que conduce por entre un túnel fúnebre, es más que un capricho ministerial y debería ser la invitación para abandonar esa creencia y desandar dicho túnel.
Esta insensibilidad por los problemas sociales viene desde la misma enseñanza de la Economía, la cual se ha vuelto indiferente frente a ellos, los desprecia y prefiere centrar su objeto de estudio en asuntos que no siempre resuelven los problemas sociales: razón inspiradora de la Ciencia Económica. Por eso es que las protestas sociales, en general, son rechazadas, vilipendiadas y menospreciadas por la mayoría de la sociedad, que, con indiferencia, denigra de sus motivaciones, pero ante una posible conquista, no duda en extender su mano para beneficiarse de ellas. Si no desandamos el túnel del crecimiento para percatarnos de los desastres afuera, nos seguiremos elogiando inútilmente de nuestro propio cataclismo.