Las manifestaciones de rechazo social al paquete de medidas del Gobierno encarnan la creciente inconformidad por un modelo económico desigual. Mientras el Paro Nacional se mantiene, el Gobierno y las mayorías en el Congreso avanzan en contravía de las manifestaciones y tratan de poner en el debate un sofisma de distracción sobre una dualidad incorrecta y unas relaciones inverosímiles.
Parece que todavía no se percatan de que buena parte del problema radica en la desigualdad y en que el aparato estatal se ha puesto al servicio de unos pocos. Creen que las demandas sociales van dirigidas hacia la gratuidad plena y extendida, pretendiendo la construcción de una sociedad estéril; cuando los reclamos van en sentido contrario. Miembros del partido de gobierno –Centro Democrático– utilizan esta idea, no solo para deslegitimar la protesta, sino para poner en la agenda relaciones inverosímiles, donde subyacen: subsidios-vagos, no marcho-produzco e impuestos-empleo.
De alguna manera esta es la misma idea que reproduce Luis Carlos Vélez, quien opina en El Espectador, cuando vanagloria a Trump por haber disminuido el desempleo y le atribuye su ‘éxito’ a la reducción de impuestos a las empresas y a la flexibilización del mercado laboral. Sin embargo, datos de la Oficina del Censo de EE.UU. evidencian que ‘todo no es color de rosa’. Descubre la inequidad gringa y se percata de que ‘está en el nivel más alto desde que la entidad empezó a medirla’ (9/12/19).
Al quedar atrapado en su propia trampa no le que más que recurrir a sofismas y pese a semejante evidencia se atreve a calificar la política de Trump como un ‘innegable éxito económico’. Con esta afirmación justifica la inequidad por cuenta de los beneficios tributarios y se para sobre ella para preguntarse: ¿Se debe ayudar a las empresas para que contraten más gente y se hagan más ricas? ¿O es preferible elevarles los impuestos a las empresas para redistribuirlos en subsidios a la población, corriendo el riesgo de que las generadoras de ingresos se quiebren?
El mismo se tira un salvavidas, pero desinflado. ¿Quién le dejaría grabada la idea de que los impuestos se devuelven en subsidios? ¿Por qué establece dicha dualidad? ¿Por qué pone la discusión sobre las empresas y no sobre la eficiencia del Estado? Por supuesto que hay que ayudarles a las empresas a que contraten más personas, e incluso, es posible que los impuestos les resulten altos a algunas, pero eso no quiere decir que la dualidad tenga que ser impuestos vs. subsidios; el empleo está cuando desatemos el nudo de los problemas de demanda que tienen las empresas y cuando el Estado sea capaz de detener las cartelizaciones, el financiamiento empresarial con pagos a proveedores posfechados y mejore control fiscal. Omite además en su opinión que los beneficios tributarios de Trump hacen parte de una estrategia de competencia global por el capital. Si introduce este pequeño despiste en su análisis, se le dañan las conclusiones, así como nos queda debiendo la explicación sobre cómo aisló el efecto de la devaluación y los aranceles. No sobra recordarle que Warren Buffett y Bill Gates están cansados de decir que deberían pagar más impuestos. El segundo lo volvió a repetir hace pocos días.
Jorge Coronel López
Economista y profesor universitario.
jcoronel2003@yahoo.es