A cuentagotas, el ministro Carrasquilla ha venido soltando ideas de las reformas tributaria y de pensiones que se vienen pierna arriba, pero lo grave no solo es el apretón que se avecina, ni la posibilidad de que terminemos con una edad de jubilación al borde de la esperanza de vida, sino la idea que tiene el Ministro de pretender igualar nuestra estructura tributaria con las de otras naciones, especialmente en la proporción de aportes que realizan en renta, tanto las empresas, como las personas naturales.
Dice el Ministro que los ingresos por renta hoy provienen en 85 por ciento de las empresas y en 15 por ciento del “bolsillo de las personas naturales”, cuando en el resto del mundo la proporción es más equilibrada y en los países avanzados es todo lo contrario: quienes más aportan son las personas naturales.
Varias reflexiones se desprenden de allí. Primero, parece que el Ministro no se percata de que las estructuras productivas entre Colombia y lo que él denomina “resto del mundo” son diferentes, y ni qué decir con respecto a los países “más avanzados”. De manera que pretender equilibrar la tributación entre empresas y personas sobre la idea de que en otras partes es así, significa que está suponiendo, por lo menos, una semejanza entre las estructuras productivas y una equivalencia entre los niveles de evasión y elusión.
Segundo, también parece que el Ministro está pasando por alto el peso de la economía subterránea, la cual también es muy dispar entre Colombia, el resto del mundo y las economías avanzadas. Según Anif (2017), en el estudio ‘Reducción del efectivo y tamaño de la economía subterránea en Colombia’ estimó que dicha economía subterránea ascendía casi al 40 por ciento del PIB, donde 34 por ciento era informalidad y 6 por ciento ilegalidad. De allí que para nadie sea un secreto lo que el informe ratifica: la informalidad laboral y empresarial bordean niveles del 50 por ciento.
Pero tampoco ha dicho el Ministro algo sobre las productividades, la progresividad tributaria y la provisión y acceso a bienes públicos entre Colombia, el resto del mundo y los países avanzados. Es bien sabido que en estos últimos las personas pagan más impuestos, pero la oferta de bienes públicos es elevada, se cuenta con servicio de transporte, salud, educación, por citar algunos.
En consecuencia, motivar una reforma tributaria sobre la renta bajo la idea de pretender equiparar el sistema con el de otros países, es por lo menos absurdo. Lo que se debe hacer es retomar las recomendaciones de las Comisiones –Equidad Tributaria y Gasto Público–, ya que allí hay una buena hoja de ruta a seguir, pero eso sí, tendrá el gobierno que tener más que voluntad, valentía, para lograr un sistema más equitativo, capaz de reducir la desigualdad, y no promoverla, como lo pretenden hacer sobre en la idea que soslayan.
Jorge Coronel López
Economista - Profesor universitario
jcoronel2003@yahoo.es