Impuestos y necesidades imaginarias del Estado.
Antes de 1400 ningún Estado contaba con presupuestos nacionales tal como se conciben hoy. Los tributos, arrendamientos, pagos por derechos y las cuotas, eran las rentas que obtenían los gobernantes sin ningún cálculo diferente al mantenimiento de las guerras y la consolidación de los Estados. Los préstamos solían hacerse a nombre del soberano y mediando como garantía los bienes raíces.
Hacia 1520, Francisco I solicitó préstamos a los financieros de París con el fin de emprender sus campañas contra el emperador Carlos V; pero, ofreció como garantía las rentas futuras de la ciudad (Tilly, 1992).
Fue un hecho histórico que planteó el quiebre sobre la manera de establecer garantías para la deuda pública. También dejó ver cómo las necesidades imaginarias de los gobernantes comprometían al Estado.
Cuando Francisco I se comprometió a pagar deuda con rentas futuras estaba suponiendo que las rentas no disminuirían y que los costos de la guerra serían constantes. Pero, resulta que las guerras del Siglo XVIII hicieron aumentar la deuda pública francesa, lo que puso en cuestión al Estado y condujo a la convocatoria de los Estados Generales de 1789; dicho sea de paso, dando comienzo a la Revolución Francesa.
Según Montesquieu en ‘Las leyes del espíritu’, los gobernantes deben calcular con prudencia y sabiduría las contribuciones.
Habrá que evitar que las necesidades de los gobernantes se conviertan en necesidades del Estado, ya que podrían conducir a lo que denominó: necesidades imaginarias del Estado.
Dichas necesidades imaginarias las describió como manifestaciones creadas por pasiones y debilidades de los gobernantes, producto de su afán por lucirse, de su encanto por cualquier proyecto extraordinario y de su malsano deseo de vanagloria.
Un gobernante con ideas guerreristas orientará su presupuesto hacia acciones militares y de defensa, vendiendo la idea de amenaza y creando terror entre los ciudadanos; así sean palpables o no.
No buscará salidas alternas al conflicto porque esa no es su pasión, por eso la paz en este caso queda subordinada a la idea de la seguridad y la soberanía nacional.
Lo mismo podrá ocurrir con otros temas: pobreza, desigualdad, etc.
Hoy los Estados han sido cooptados por el dogma neoliberal. Los gobernantes neoliberales han puesto al Estado a su servicio y han hecho pasar sus necesidades, como necesidades del Estado.
Los presupuestos han sido un vehículo legitimador, mientras que los desbalances fiscales la excusa perfecta para modificar estructuras tributarias y sacar provecho de la cooptación, que no es nada diferente a enriquecerse y concentrar el ingreso. La deuda ha creado dependencia con acreedores, quienes han impuesto ‘reformas’ y la han convertido en otra necesidad imaginaria del Estado.
Por esta vía se han justificado desde impuestos de guerra hasta beneficios tributarios selectivos y se ha privado al Estado de fijar rentas más justas. El reto es sacar al Estado de aquellas necesidades imaginarias; pero, habrá que librarlo de su cooptación.
Jorge Coronel López
Economista y profesor universitario.
jcoronel2003@yahoo.es