Con la incertidumbre económica a cuestas, que para algunos se despejaba con las vacunas, ahora se vuelve a nublar con la aparición de la nueva cepa que aisla al Reino Unido y ha motivado nuevos confinamientos. Este es el panorama al cierre de año, mientras en el país se encienden alertas rojas, como en Antioquia, y se regresa a las medidas de hace meses como el ‘pico y cédula’ y el toque de queda.
Sin ser alarmista, esto vuelve y pone en aprietos a las actividades económicas y al empleo. Ha sido una lástima que en la Comisión de Concertación no se haya llegado a un acuerdo sobre el salario y ahora sea el gobierno quien lo decrete. Es un mal mensaje por donde se le mire, pero muestra que hace falta mente abierta en la Comisión.
Por estas razones, un grupo de economistas, profesores, algunas ex minsitras y 11 centros de pensamiento, hemos suscrito la carta ‘Propuestas alternativas de política económica, empleo y salario mínimo’. Algunos de las propuestas son: Sacar el debate del salario mínimo del mito inflacionario para promover un aumento salarial menos ligado al IPC y más dentro de la lógica de la demanda.
En la estructura de costos de las empresas, hay factores diferentes al salario que tienen mayor relevancia, como el crédito que impacta de manera negativa la rentabilidad de las empresas. El mismo efecto tiene el pago a proveedores diferido en el tiempo, el cual en 2019 alcanzó 96 días en promedio en el país, lejos de los 12 días de Portugal, Italia y Francia.
Estos temas ayudarían a entender la incidencia de los salarios en la ganancia y a descreer que los bajos salarios es sinónimo de mayor competitividad. Sería mejor controlar otros costos como los altos costos financieros y el de la energía.
La pobreza es otro de los temas que amerita ser reconocido y atacarse. Los resultados muestran retrocesos y con la pandemia la situación se agravará. En consecuencia, no es conveniente limitar o empeorar la situación de las personas con incrementos bajos en el salario, ya que deprime el consumo de los hogares y sigue poniendo en aprietos la satisfacción de necesidades básicas.
Si el componente de consumo de la demanda agregada explica el 70 por ciento del PIB, buena parte de dicho consumo se realiza con el salario de los trabajadores; luego es inverosímil creer que con el pago de mejores salarios las empresas pasarán aprietos, pues sería desconocer el efecto que tiene el consumo tras el ingreso (laboral).
De cara al mediano plazo, el país no puede seguir sustrayéndose del debate del modelo económico. Es evidente el agotamiento al que se ha llegado y es triste que en tres décadas de apertura la exportación siga determinada por commodities.
La idea es sacar el modelo de la reprimarización y aprovechar que se cuenta con empresas capaces de generar procesos de innovación, agregación de valor, pagando buenos salarios y generando divisas. Hay ideas alternativas, de manera que como dice Santiago Montenegro, hagamos un foro amplio.
Jorge Coronel López
Economista y profesor universitario.
jcoronel2003@yahoo.es