En estos momentos de grandes cuestionamientos sobre el sistema de seguridad social en salud, bien vale la pena reflexionar acerca del mismo.
Colombia, hasta finales de los 90, tenía los peores indicadores de salud de América, superando tan solo a Haití; su cobertura era muy limitada, cubría sólo al 22% de la población.
El gasto de bolsillo consumía una buena porción del ingreso familiar, afectando especialmente a las familias de escasos recursos. Carecíamos de sistemas de información, el servicio era fragmentado, ineficiente y era una muestra clara de inequidad.
La Ley 100 de 1993 creó un nuevo modelo de seguridad social, que en sólo 16 años permitió que la cobertura llegara a superar el 95% de la población. Los estratos de menores ingresos hoy tienen la posibilidad de ejercer su derecho a la salud y acceder a servicios de calidad.
La OMS califica al sistema colombiano como el número uno en solidaridad y el 22 en desempeño. Dicha puntuación se otorga mediante la evaluación de los siguientes indicadores: nivel global de salud de la población nacional; nivel de desigualdad entre sectores, y capacidad de respuesta y satisfacción de los diferentes sectores atendidos por el sistema, entre otros.
¿Pero, con qué recursos se ha logrado esta revolución? ¿Cuánto invierte en realidad Colombia en salud? Las cifras no pueden ser más elocuentes. Si lo miramos como porcentaje del PIB, viene decreciendo: en 1995 era el 7,3%, llegó al 9,3% en 1999, y hoy sólo representa el 6,4%. En este mismo periodo el resto del mundo, en lugar de disminuir, aumenta su inversión en salud. EE. UU. pasa del 13,6 al 16,2%; Cuba del 5,7% al 11%; Francia del 10,4% al 11,7%; Argentina del 8,3 al 9,5%; Brasil del 6,7 al 9,0%; y Chile del 5,3 al 8,2%.
Pero si ponemos en dinero por persona año estas cuantías, el escenario es aún más dramático: Colombia gasta 323 dólares al año por habitante, mientras otros países de la región, como Argentina, invierten 730 dólares por persona al año; Chile, 787 dólares; Brasil, 734 dólares y Cuba, 707 dólares.
Si miramos países del primer mundo las diferencias son aun más dramáticas: Francia invierte 4.798 dólares y Estados Unidos, 7.410 dólares. El desempeño del Sistema de Seguridad Social en Salud debe medirse en diferentes dimensiones: la primera es la protección de las familias ante la enfermedad procurando su atención adecuada y eliminando el riesgo de ruina por los costos involucrados en el servicio del enfermo; la segunda, el poder conferido mediante la libertad de elección de EPS, las cuales no poseen ninguna herramienta de diferenciación distinta a la calidad de servicio; y la tercera son los resultados en salud del país.
Si hay corrupción se debe combatir, pero en momentos de crisis como el actual se debe recapacitar sobre hechos reales y hacer ajustes claves sin reparo, como la actualización periódica del POS.
JORGE FELIPE RAMÍREZ
PRESIDENTE DE SLAOT
jorgeframirez@yahoo.co