El principal logro de la Constitución Política de 1991 fue la derrota de la inflación de precios al consumidor. Antes, Colombia se caracterizó por ser un país que crecía, pero con inflación persistente y moderada, alta pobreza y alto desempleo. Haber estabilizado la economía ha permitido proteger el ingreso de los trabajadores y avanzar en la superación de la pobreza, que aún nos ofende.
Ese logro se lo debemos a la independencia del Banco de la República, que le ha permitido tomar decisiones para proteger el valor del peso, con autonomía de otros intereses. Decisiones como las que ha venido tomando para contrarrestar una espiral inflacionaria perfecta: el aumento de precios por el rápido rebote tras la pandemia, los efectos inflacionarios de la guerra de Rusia, del paro del 2021, de la reforma tributaria, y de la desconfianza.
Por ello es tan grave el anuncio que hizo el presidente, Gustavo Petro ,el viernes 12 de mayo: “ante las alzas de las tasas de interés, se debe responder con mayores aranceles para proteger la industria y la agricultura, y para proteger el trabajo nacional”. Lo reafirmó el lunes en la entrevista con José Manuel Acevedo: “Si el Banco de la República sube la tasa de interés, lo que le resta competitividad a la economía, hay que dar protección, si”.
El “arancel reactivo” afectaría negativamente el bienestar de todos los consumidores, pues elimina la competencia entre importadores y productores locales y sincroniza sus intereses, permitiéndoles aumentar los precios a ambos. El extra-precio es el bienestar que pierden los consumidores y que le transfieren a los productores locales que compiten con los bienes importados, aumentando la pobreza y la inequidad. El arancel le daría un nuevo giro a la espiral de la inflación, complicando la tarea del Banco. También desindustrializa y le hace daño al desarrollo rural: ¿para qué invertir para competir y mejorar la productividad si hay un mercadito protegido?
Más grave que su costo es que el “arancel reactivo” que anunció el Presidente, condiciona las decisiones del Banco a lo que le conviene al gobierno: que el Banco baje la tasa de interés para así pagar menos por su deuda y gastar más.
Para que aquí se vea una caída en la inflación como la que ya se ha visto en Brasil, Chile, Perú y México, lo que se necesita es que, como allá, el banco central pueda ajustar la tasa de interés por encima de la inflación para restringir el gasto público y privado y desacelerar la economía, sin interferencias que “despiporran” todo el acuerdo constitucional.
El gobierno debe dejar quieto los aranceles si quiere el bienestar del consumidor, si busca el desarrollo rural y reindustrializar. Pero ante todo, debe dejar actuar con independencia al Banco de la República, pues eso es proteger la opción preferencial de la política económica por los más pobres, es proteger el trabajo nacional.
JORGE RESTREPO
Profesor de Economía, Universidad Javeriana
Twitter: @jorgearestrepo