Más allá de debatir si en este momento el país está experimentando burbujas de precios en algunos activos o no, y en debatir cuáles métodos de detección de burbujas son más adecuados y por qué, vale la pena aclarar, primero, qué se denomina ‘burbuja’ de precios de activos en economía.
De acuerdo con el diccionario más importante de economía, una burbuja se refiere a precios de activos que exceden su valor fundamental porque sus demandantes creen que lo pueden revender en el futuro a un mayor precio (Brunnermeier en The New Palgrave Dictionary of Economics, 2008).
En esta definición, los fundamentales se refieren al valor presente de la suma de los retornos futuros del activo. Por ejemplo, en el caso de acciones serían los dividendos esperados, y en el caso de vivienda, los precios de arrendamiento esperados.
La teoría económica muestra que una burbuja se puede dar en mercados de activos, en los cuales los compradores tienen creencias cambiantes sobre la evolución futura de los precios.
Estos cambios se deben a posibles oleadas de optimismo o pesimismo que modifican los deseos de los participantes del mercado por comprar o vender.
De lo anterior se desprende que cualquier prueba de detección de burbujas que se emplee debe centrarse en evaluar si el precio del activo de interés se está comportando de acuerdo con sus fundamentales, caso en el cual no se debería identificar la presencia de burbuja.
Es importante avanzar en el desarrollo y la utilización de metodologías estadísticas más adecuadas para la detección de burbujas, como herramientas de alerta temprana.
No obstante, también es importante reconocer que, pese al avance de las metodologías estadísticas, persisten dificultades como la identificación del conjunto correcto de variables fundamentales que expliquen el comportamiento del precio de los activos.
De la definición de arriba es claro que la existencia o inexistencia de una burbuja en el precio de un activo es independiente de la forma en que se financia la compra del activo en cuestión.
Es decir, el hecho de que los compradores se financien con fondos propios o que, por el contrario, se endeuden para comprar el activo no entra en la definición de la burbuja.
Esto no implica, sin embargo, que el nivel de endeudamiento de los hogares no incida sobre la probabilidad de que se geste una burbuja.
Es más probable observar una burbuja en momentos en los cuales el crédito para financiar la compra de activos avanza de forma dinámica. Pero, nuevamente, puede haber burbujas en las cuales los individuos usaron únicamente fondos propios para financiar la compra de los activos.
El nivel de endeudamiento de los individuos puede ser muy importante, claro está, para determinar los efectos de la ruptura de burbujas sobre el sistema financiero de una economía.
Cuando las burbujas se generan apoyadas por niveles de endeudamiento muy elevados con el sistema financiero, o cuando el activo que experimenta la burbuja se usa como garantía de nueva deuda, el efecto de la ruptura de las burbujas sobre el sistema financiero suele ser mayor que cuando las burbujas se generan en ambientes de bajo endeudamiento.
Por esa razón, la probabilidad de que el rompimiento de una burbuja afecte de forma severa al sistema financiero es mayor cuanto más grande sea la relación entre el nivel de deuda y el valor de los activos.
José E. Gómez G. Ph. D. en Economía, Cornell University
En colaboración con Jair Ojeda J., Ph.D. en Economía, Boston University