Fui uno de esos desprevenidos lectores a quienes, cuando García Márquez ganó el nobel, algunas personas se acercaron a felicitar a propósito de nada; casi todos exalumnos, valga decir: conocían de antemano mi admiración por la obra del escritor y me habían oído vociferar que Cien años de soledad era más importante para Colombia que mil kilómetros de carretera pavimentada.
Por entonces no había leído aún el libro de Benedict Anderson, titulado como esta columna, sobre el surgimiento de las naciones contemporáneas, donde subraya no solo que la noción actual de nación surge con las guerras de independencia americanas, sino que novela y prensa fueron las fraguas del proceso. En crudo, Anderson sostiene que cualquier comunidad humana en la que sus miembros no pueden conocerse cara a cara necesita, para hacerse nación, imaginar una identidad “política y cultural… inherentemente limitada pero soberana”.
Un viejo truco usado en películas y novelas de espionaje para desenmascarar al agente sospechoso, recurre a la noción de Anderson: cuando en la frontera se le pide al sujeto que entone el himno de la nación de la que dice ser, el tipo se ve a prietas a la hora de cantar el de la patria que suplanta.
A este respecto, pero de manera inversa, no deja de sorprenderme el abismo cultural-fronterizo que se abre no más dar un paso allende cualquiera de las fronteras con nuestras hermanas repúblicas: sí, basta un paso para que, una vez en Venezuela, Panamá, Ecuador o Perú, nadie, y cuando digo nadie es nadie, al oír “Rin Rin Renacuajo” acto seguido espete “salió esta mañana muy tieso y muy majo” como hacemos por reflejo todos los colombianos: de Punta Gallinas al Amazonas; de Tumaco a Mitú, San Andrés y Providencia incluso… y de cualquier estrato.
Que una narrativa ficticia sea capaz de generar semejantes sinapsis socio-neuronales, que unos versitos infantiles bien rimados inciten el temblor profundo de una brújula normativa e identitaria (niños desobedientes, viejitas tacañas, matones lenguaraces) es francamente alucinante… y constituyente, ahora que la palabreja estará (otra vez) de moda.
Una prueba más de la precariedad de la educación en Colombia es que, a pesar de lo que ocurre con Rin Rin, cabe preguntarse a cuántos congresistas y profesionales se les mueve brújula alguna al escuchar “raudos potros en febril disputa” o nombres como Efraín, Bruno y Mayo o Arturo, Clemente y Alicia… aunque estén empalagados de mariposas amarillas.
Y es una lástima, porque superado un interludio posboom de tonterías sicariescas, el país está generando suficientes buenos novelistas (aunque no los suficientes lectores para que los anteriores puedan vivir de su oficio) esbozando los horizontes que somos capaces de imaginar. A propósito, en lo que va corrido de este año, leí tres espléndidas novelas (bellamente editadas por Pre-Textos) de Darío Jaramillo Agudelo y, aunque sigo sin entender cómo no las había leído antes, sé que, de ser leídas con mayor profusión, enriquecerán nuestras sinapsis socio-neuronales; se trata de Memorias de un hombre feliz, Cartas cruzadas y La voz interior.
Juan Manuel Pombo
Profesor y traductor
juamanpo@yahoo.com
‘Comunidades imaginadas’
POR:
Juan Manuel Pombo
-
guardar
save_article.message.success_title save_article.message.successsave_article.message.success_updated_title save_article.message.success_updatedHa ocurrido un error al intentar guardar este artículo
- Reportar error
- Seguir economía
Lo más leído
Destacados
Más Portales
Nuestros columnistas
día a día
Lunes
martes
Miércoles
jueves
viernes
Camilo Sánchez
Inconveniente humo constituyente
Nuestra responsabilidad histórica está en evitar que cantos de sirena sigan dividiendo al país.
María Sol Navia V.
¿Ha logrado la mujer superar barreras?
Otros Columnistas
Importancia del agua en agenda empresarial
Gonzalo Gallo González
Shoganai - Gamán
Rafael Herz
Liviandad y crueldad
Camilo Herrera Mora
Fundador de Raddar
Críticos
Victor Muñoz
Emprendedor, investigador, analista
Rumbo al Armagedón en el 2026
Rodrigo Villamizar
Director Electra CDP
Colisión de tarifas e importación de gas: una bola de nieve social
La gente demanda es que bajen los precios de la electricidad que consumen.
Ricardo Santamaría
Analista
Hay María Corina para rato
La historia de estas elecciones en Venezuela es que quizás nunca lleguen a realizarse.
Cristina Vélez
Decana Escuela de Administración, Universidad Eafit