Con rompevidrios en las calles, tráfico vehicular en su peor punto y ciudadanos que reclaman atención a tantos problemas de la cotidianidad, creo que nuestra actitud debe apuntar al respeto por quien representa la dignidad de los bogotanos.
Hace dos semanas, un bloguero de eltiempo.com escribió una columna en la que señalaba por qué se encontraba cansado de Bogotá y mencionaba aspectos como la inseguridad, los huecos, la congestión vehicular, la parálisis administrativa de la ciudad y la falta de cultura de la gente, entre las razones de su crítica.
En contravía, otro bloguero -menos pesimista- le respondió subrayando que en la capital del país se necesitan más propuestas y menos quejas, reconociendo –en todo caso– que la ciudad no pasa por uno de sus mejores momentos.
Dicho lo anterior, creo que en parte cada autor tiene la razón, en la medida que Bogotá se convirtió en una urbe que avanza a menores ritmos que otras capitales como Quito, Lima, Ciudad de Panamá, Santiago de Chile o incluso Buenos Aires –donde también hay conflictos entre el Gobierno Nacional y el local–.
Y que además se requieren propuestas concretas y soluciones puntuales para reducir los tiempos de desplazamiento de los ciudadanos y la inseguridad que tiene azotados a peatones y conductores.
Sin embargo, teniendo en cuenta que la campaña ‘Soy Capaz’ fue un éxito nacional por su mensaje hacia la reconciliación y la promoción del ambiente de paz que reclama el país, debo decir que aún, con todos los rezagos, padecimientos que como ciudadano debo tolerar a diario y ese tonito sobrador de la Administración Distrital frente a distintos problemas de la ciudadanía, definitivamente ‘soy capaz’ de ‘aguantarme’ al alcalde Petro por lo que resta de su mandato, proponer y contribuir con soluciones para la ciudad y entender que como toda democracia él es el Alcalde y representa la dignidad de todos los bogotanos.
Nada que hacer. Y creo que, aunque no se comparta su estilo de gobierno o que desde una evaluación de resultados, sus cifras evidencien que no ha logrado cumplir con las expectativas trazadas, la realidad es que como líder representa la capacidad de una ciudad para reconciliarse y permitirle a través de las urnas llegar a quienes no pudieron por la vía armada.
Y no quiero dejar en el tintero a la campaña del ‘Soy Capaz’ que, según cifras oficiales, permitió reunir a 120 grandes compañías del país en torno a una misma causa, 100 colegios privados y llevó beneficios a 20.000 campesinos de 16 departamentos, consolidó una red de 50 fundaciones, reunió a 60 artistas en una sola canción y registró 10 millones de visitas en su página web.
Incluso desde la Bolsa de Valores de Colombia, se impulsó un índice para medir el impacto de la campaña. Todo un éxito. Y puede que se piense que como la campaña de la cubeta esta iniciativa no sea más que un mensaje, la realidad es que se trata de la expresión de un país que reclama un cambio de mentalidad. Yo también ‘soy capaz’ de creer que ese país es posible.
Juan Manuel Ramírez
Consultor privado
@Juamon