Me lo encontré por casualidad en el hotel donde me hospedo. Una mirada cálida, hablar pausado y paso acelerado. Varios años de experiencia se perciben en su discurso y le preocupa el país como pocos. Todo el mundo lo quiere, o casi todos. Ese es Pablo Uribe, un colombiano nacido en Nueva York; en realidad, de nacionalidad estadounidense, pero con padres bogotanos. Cumplió 19 años de subir y bajar las maletas de los turistas en un legendario hotel en la isla de Manhattan. Por estos días, le quita el sueño el anuncio del presidente Barack Obama de solucionar temporalmente la situación migratoria de varios miles de ciudadanos extranjeros. Una parte de su familia está en vilo por ello.
¿Periodista vio el discurso? -Me pregunta mientras se acomoda su colorida corbata y me observa desayunar-. Sí y creo que es un paso importante para los latinos que no tienen certeza sobre si podrán quedarse. -Respuesta política-. El problema es que quienes estamos nacionalizados aquí no votamos y la población latinoamericana tiene la capacidad de elegir y cambiar las cosas; otros resuelven por nosotros -me interrumpe, exaltado-. ¿Y por qué no votan? -Le cuestiono-. Porque tenemos largas jornadas de trabajo y la gente sale cansada -aclara-.
Hay 53 millones de hispanos (en el 2060 serían 120 millones) de los 300 millones de habitantes en Estados Unidos. Solo en New York habrían 300.000 latinos, de los cuales unos 90.000 son colombianos. La exactitud de las cifras es complicada por cuenta del estatus migratorio de la gente. Del total hispano, el 65 por ciento es de origen mexicano, y 9,4 por ciento, puertorriqueño. En una cifra menor al 1 por ciento aparecen los colombianos. Hoy, la mayoría trabajan principalmente en servicios generales, cocina y ventas en almacenes. Es la base laboral del país. Todos pagan impuestos.
Por sugerencia de Uribe, camino por el Times Square y encuentro un puesto de ‘perros calientes’ en una esquina. Suenan los corridos mexicanos en un viejo radio. Más adelante se acerca una joven con acento dominicano que promociona los buses turísticos (los famosos sky line). Entro a un restaurante sobre la Quinta Avenida y observo sobre la caja una pequeña bandera guatemalteca. Al preguntarle -con acento colombiano- sobre el origen de los empleados grita: “parece te buscan”. Y viene un barranquillero a darme la bienvenida. Es la presencia de los latinos cada vez más numerosa. Innegable.
Esa es la realidad que los miembros del Partido Republicano se niegan a aceptar cuando rechazan la Reforma Migratoria que, desde el comienzo del periodo, Obama cursa en el Congreso sin mayor avance. Algunos analistas señalan que el próximo Presidente también será demócrata. Y es el argumento con el que el Ejecutivo impidió la deportación de 300.000 personas que no contaban con papeles para quedarse. Se benefician los nacidos en Estados Unidos o que lleven más de 5 años viviendo allí.
A mi regreso, me cruzo a Uribe en la recepción con una tristeza hablada en inglés. ¿Y esa cara? -Le pregunto-. Me quedé sin trabajo -Suspira-. ¿Y ahora? Acuérdese que soy colombiano, mi especialidad es sobrevivir; lo importante es que mis familiares se quedan. ¿Qué más puedo pedir? -Sonríe y se pierde con rapidez entre las frías calles-.
Juan Manuel Ramírez Montaño
Gerente de Marcas y Medios
@Juamon