El contraste de las elecciones presidenciales en EE. UU. y su característico estilo, con el milimétricamente planeado vigésimo octavo Congreso Nacional del Partido Comunista en China, evidenciaba dos sistemas diametralmente opuestos. Si bien Obama no hizo una sola referencia a Japón en sus tres debates con el candidato Romney, China siempre fue tema central dentro de las discusiones económicas y de política exterior.
Aun así, Japón es hoy un aliado relevante y, al tiempo, sensible para EE. UU. en su relación con China. Desde la década de los 70, el país se ha concentrado en consolidar su desarrollo económico y evitar confrontación política de cualquier tipo con su vecindario. Pero, en realidad, las heridas propiciadas por el ejército imperial japonés a diferentes pueblos asiáticos en la Segunda Guerra mundial no han sanado, en particular en el territorio chino. Y coincidiendo con este periodo de transición de mando político de Hu Jintao a Xi Jingping, la tensión sobre las disputadas islas Diaoyu (para los chinos) o Senkaku (para los japoneses) se ha recrudecido.
Está por verse si con el cambio de mando, China va a ejercer más presión militar en la región o si mantendrá la misma política frente al manejo de conflictos, que ha prevalecido en las últimas 3 décadas. En su discurso, Hu Jintao exhortó a la China a convertirse en una potencia naval, celebrando el lanzamiento de su primer portaviones de fabricación propia. Por su parte, EE. UU. ha reafirmado su compromiso de defensa del territorio japonés. Esto, a la vez que en China, productos y empresas japonesas son boicoteados.
En el ámbito económico, China da muestras de mantener su crecimiento y evitar contagiarse de los problemas que vive Europa y EE. UU. Japón en cambio acaba de anunciar que su economía se contrajo 0,9% y sus exportaciones cayeron 5% en el trimestre julio-septiembre, sumado al impacto que por más de dos años ha tenido en su sector productivo y exportador el apreciado yen, a los actuales niveles de 78- 80 por cada dólar. La demanda interna no alcanza a contrarrestar los efectos del yen, y la con baja demanda de Europa y EE. UU. pareciera inevitable que Japón anuncie oficialmente que de nuevo está en recesión.
Por todo lo anterior, será interesante ver cómo esta nueva generación de políticos que asumen la dirección del Partido Comunista en China por los próximos 10 años, maneja las relaciones político-militares con sus vecinos. Estamos hablando del balance y equilibrio entre las tres economías individuales más importantes del mundo, y cualquiera que sea el manejo tiene enormes implicaciones para el mundo. Con la preparación y formación de un político como Xi Jingping, parece difícil pensar que pueda subestimar las implicaciones de apretar demasiado su posición militar. No obstante, Obama tiene en sus manos el desafío de equilibrar su posición de liderazgo global y relevancia en la región a través de su Alianza de Seguridad en el Pacífico con Japón.
JUAN PABLO CAMPOS
EMPRESARIO
