A nadie se le escapa que vivimos inmersos en una explosión de información sin precedentes en la historia de la humanidad. Las estadísticas revelan que solo en los dos últimos años se ha generado el 90 por ciento de la información existente hoy en el mundo, y esta tendencia crece exponencialmente. El nacimiento de una sociedad interconectada, en la que las redes sociales ponen en contacto a las personas y estas están siempre conectadas a diferentes dispositivos móviles, y donde las máquinas han empezado a conectarse entre sí para intercambiar información, ha provocado la digitalización de todos los aspectos de la actividad humana.
Esta revolución digital está dando lugar a montañas de datos, no estructurados en su mayoría, en forma de registros web, videos, grabaciones de voz, fotografías, correos electrónicos, etc., a la espera de poder ser explotados. Empresas de éxito como Google, Amazon, Facebook, Yahoo o Twitter han basado su modelo de negocio en desarrollar las capacidades necesarias para analizar estos datos y adquirir un conocimiento diferencial que les permitiera obtener una ventaja competitiva sostenible frente a sus competidores.
Para lograrlo, han tenido que crear un nuevo ecosistema tecnológico que permite analizar grandes volúmenes de datos, variados en su forma o estructura y a gran velocidad, denominado tecnologías Big Data, de las que tanto se está hablando y de las que el proyecto open source Hadoop representa el epicentro del ecosistema.
El éxito obtenido por estas empresas ha motivado a que el resto de industrias tradicionales, bancos, empresas de telecomunicaciones, energía o gran consumo se estén planteando cómo estas nuevas tecnologías les abrirán la llave de los enormes juegos de datos que disponen, proporcionando nuevas soluciones a antiguos retos empresariales, transformando sus procesos y desarrollando nuevas organizaciones orientadas a la toma de decisiones en base al análisis de los datos.
Bancos que estudian nuestros hábitos de consumo para darnos recomendaciones de cómo gestionar mejor nuestras finanzas personales, compañías de seguros que nos rebajan el precio de la póliza si un sensor colocado en nuestro vehículo les indica que somos buenos conductores o grandes empresas de distribución que son capaces de predecir la demanda de un producto analizando en las redes sociales el número de personas que hablan sobre él, son solo la punta del iceberg de cómo el Big Data puede transformar diferentes industrias.
Pero esta revolución analítica no solo afecta al mundo empresarial, también está cambiando a la sociedad. Obama ganó sus primeras elecciones gracias al desarrollo de un sistema que le permitía monitorizar las redes sociales y adaptar su discurso según las necesidades individuales de cada localidad que visitaba; sistemas de inteligencia artificial ayudan a médicos a diagnosticar enfermedades y detectar epidemias, son solo algunos ejemplos de cómo la revolución analítica se manifiesta en nuestro día a día y nos dan una pista de lo que puede estar por llegar.
Ante esta demanda, no es de extrañar que Harvard Business Review proclamara recientemente que la de Data Scientist será la “profesión más sexy del siglo XXI”. Así que si tienen hijos en edad de decidir sus estudios para el futuro, ya saben cuál puede ser una buena recomendación.
Juanjo Casado
Director del Máster in Big Data del IE Business School, España