MARTES, 16 DE ABRIL DE 2024

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Carlos

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León Teicher

Consecuencias y retribuciones

León Teicher
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León Teicher

En Colombia, frecuentemente no tenemos consciencia de las relaciones causa-efecto de lo que nos sucede.

No investigamos qué acciones traen cuáles consecuencias. Preferimos escuchar frases bonitas, sobre todo si vienen cargadas de patriotismo, y lugares comunes sobre buenos y malos. La elocuencia prima sobre la ciencia.

El peligro de no comprender por qué “estamos bien” es que, con argumentos loables, destruyamos lo que ha permitido el grado relativo de “blindaje” que hemos logrado y que se tomen decisiones colectivas que acaben con lo que nos ha permitido tener hoy una situación tan diferente a la de otros países.

Los críticos de las políticas que en lo económico han implementado el actual gobierno y los anteriores, no explican por qué Venezuela, dueña de gran riqueza petrolera, está postrada económica y socialmente después de varios años de bonanza en precios y de discursos maravillosos sobre la justicia para el pueblo. No explican por qué en Colombia las cosas funcionan mejor. No importa la relación causa-efecto.

Lo que importa es el discurso políticopoetico sobre la justicia social.

Actualmente, nos beneficiamos de cifras récord en exportaciones, inversión de capital, crecimiento del PIB. Buena parte de estos resultados provienen de petróleo y minería.

De no ser por ello, no estaríamos tan tranquilos. Pero no cesan los críticos de acusar a las empresas petroleras y mineras de saquear a Colombia.

Y muchos políticos buscan la forma de cambiar las reglas para “corregir esa inequidad”. ¿Habrán escuchado la fábula de la gallina de los huevos de oro que por excesiva ambición fue sacrificada para sacarle los huevos del vientre?

Algunos de quienes buscan formas de extraer “lo justo” a través de nuevas cargas fiscales olvidan que el petróleo y los minerales mantienen naturalmente un ritmo de ciclos en los precios, con épocas de precios altos y precios bajos, y que las empresas que invierten en ese negocio corren los altísimos riesgos de la exploración y los ciclos de precios, amén de los riesgos de un país inseguro como el nuestro, porque pueden obtener el retorno a su inversión en tiempos de precios altos.

Las grandes inversiones para operar responsablemente requieren ciclos de varias décadas para retornar competitivamente a la inversión.

De darse los cambios que algunos reclaman, podremos alabar el transitorio aumento del recaudo. Pero, ¿cuál sería el efecto de desincentivar la inversión en exploración y en desarrollo responsable y competitivo de nuestros recursos? ¿Se tendrán en cuenta esos efectos en las discusiones elocuentes y patrióticas en el Congreso sobre lo bueno y lo malo del interés inversionista en el sector minero-energético?

Un día podemos descubrir que matamos a la gallina de los huevos de oro, que nunca llegó la bonanza minera, que cayeron las inversiones en exploración, que dejamos de estar “blindados”.

Entonces, lo que habría que hacer es salir a las calles a protestar porque el gobierno tendría que imponer planes de austeridad, recortar puestos de trabajo, aumentar impuestos… Como en los viejos tiempos de otras causas con otros efectos.

Mejor irnos de una vez para Grecia. O para Cuba, donde no hay minería y casi ya no se produce nada.

León Teicher

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