Aunque la petición oficial de ayuda por parte del Gobierno chipriota a la UE fue realizada el 25 de junio del 2012, ello ante la imposibilidad de recapitalización de su banca, hemos tenido que esperar hasta después del Domingo de Ramos por un acuerdo de la UE del 6 de junio del 2012. En dicho acuerdo se establece que los rescates bancarios dentro de la eurozona tenían, en primer lugar, que ir a cargo de accionistas, acreedores y bonistas, es decir, aquellos que han tomado posiciones de riesgo en el sistema.
Aunque resulta obvio que deben perder primero aquellos que han arriesgado, es un tema que trasluce un conjunto de intereses creados dentro de los jugadores económicos de la UE. Así, en este laboratorio en el que se ha convertido Chipre, dado a la experimentación, al tratarse simplemente de 0,2 del PIB de la UE, al castigar a los acreedores se está castigando a inversores de depósitos, principalmente extracomunitarios (rusos) sin poder de decisión dentro del difícil entramado comunitario.
Algo que habitualmente se olvida es que los depósitos bancarios son deuda senior de la entidad bancaria correspondiente sin ningún colateral de garantía, excepto en el caso europeo de la garantía del Fondo de Garantía de Depósitos que cubre hasta 100.000 euros, lo que implica que aquellos que invierten en depósitos en cantidades mayores, también están tomando posiciones de riesgo, aunque sean particulares y no lo sepan evaluar.
Cosa muy distinta son economías como Italia o España, no es solo porque representan más del 16% y el 12% del PIB de la UE, respectivamente, sino porque los acreedores, distintos a los depositantes, son bancos alemanes, franceses y holandeses principalmente, que han tomado posiciones en deuda senior con colateral hipotecario, es decir, que por encima de 100.000 euros tendrían más garantía que los depósitos.
Una réplica del proceso de Chipre probablemente se repita en otras economías menores como Eslovenia, pero, en Italia o España, dejar caer a los bancos puede llevar al colapso de todo el sistema, salvo que se haga pagar a los ahorradores más que a los fondos de inversión profesionales, lo que estallaría en las calles.
El mismo hecho de que la intervención de Chipre se haya dilatado durante nueve meses sin que pasara gran cosa, hace pensar que también se puedan dilatar en los casos de Italia y España o, lo que es peor, que estemos ya en fase de descuento.
Estas reflexiones son las que después del Domingo de Resurrección se van a hacer tanto los ahorradores como los inversores, en unos meses por venir que pueden convertirse en una auténtica diáspora de capital que se puede prolongar hasta septiembre cuando se conozcan los datos de crecimiento del segundo trimestre, de seguir estos datos tan negativos, puede llevar a las agencias de rating a rebajar la calificación de un país como España, que perdería entonces el grado de inversión, lo que aceleraría el colapso dentro de este mismo 2013.
Quizás sin mucha reflexión por los que han tomado la decisión de la estructuración del rescate de Chipre, podemos estar ante un punto de inflexión, provocada por la economía más pequeña de la eurozona. Toda una ironía y un presagio.
Lorenzo Dávila