MIÉRCOLES, 29 DE NOVIEMBRE DE 2023

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Lorenzo Dávila

Problemas de paradigma

Lo que puede ser bueno para una empresa, desde el punto de vista micro, no tiene que serlo para todas las empresas en su conjunto.

Lorenzo Dávila
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Lorenzo Dávila

Luego del mea culpa del FMI sobre el error en los multiplicadores del gasto en procesos de contracción del PIB, estimados en 0,5 –por cada reducción del gasto de 1% del PIB, esto suponía una contracción de la demanda de 0,5%–, los análisis recientes elevan dichos multiplicadores por encima de 2, algo que defendíamos desde la heterodoxia algunos economistas quienes alertábamos que la visión ricardiana (los agentes comprenden racionalmente que las reducciones del gasto hoy suponen reducciones de impuestos mañana y, por tanto, no descienden sus niveles de consumo) está mal.

Otro de los errores que nos atormentan en estos tiempos es el convencimiento desde la ortodoxia dominante de que los costes relativos son los que dirigen la evolución de la economía de forma que la devaluación interna, es decir, la bajada salarial, se convierte en el nuevo ariete en el asalto a la crisis con nuevas reformas laborales que suponen la pérdida de derechos adquiridos.

Sin embargo, si comparamos la competitividad de la economía española mediante algo sencillo como el posicionamiento, en términos de cuota de mercado dentro del contexto del comercio internacional, podemos comprobar que España es la economía de la Ocde que, con un 6% de pérdida de cuota de comercio internacional, menos cuota ha perdido durante la primera década del siglo XXI, cuando China, India, Brasil y otros emergentes irrumpen agresivamente en todos los mercados.

De hecho, la pérdida de cuota española es casi 3 veces menos que la alemana o 5 veces menos que la de EE. UU., sin devaluación interna ni reforma laboral.

El sector de la economía española que mejor comportamiento tiene es el sector exterior, la mejora de nuestra balanza por cuenta corriente no tiene precedentes en el resto de economías, incluyendo la de EE.UU., con todas las políticas encaminadas a conseguir la depreciación que ha tenido el dólar desde el comienzo de la actual crisis.

Esto no se debe a ninguna contención salarial, sino a que las empresas españolas se han convencido de las malas expectativas del país para los próximos años, y han intensificado y diversificado su presencia en el exterior aquellas que ya estaban, o comenzado con su andadura las que no, sorprendiéndose, la mayoría, de su buena competitividad e imagen que en muchos sectores tiene España.

Este nuevo error de la ortodoxia se debe a que la economía española se mueve desde la demanda y no por las restricciones que dependen de la oferta y las dotaciones existentes. En otras palabras, lo que puede ser bueno para una empresa, desde el punto de vista micro, no tiene que serlo para todas las empresas en su conjunto, desde el punto de vista macro.

Una reducción salarial en una compañía puede hacerla competitiva en precios a corto plazo frente al resto, pero si todas lo hacen la demanda global se resiente y al final hay menos pastel para todos.  

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