La Democracia, como forma de organización social, en su versión contemporánea, es un desarrollo muy reciente. Hasta fines del s. XIX en ningún país existía el sufragio universal, donde todos los adultos, sin excepción, pudiesen votar.
En las nacientes democracias europeas, sólo hombres que cumpliesen ciertos criterios, en cuanto a propiedad raíz, pago de impuestos, nivel educativo, o similares, podían votar o ser electos. De hecho, sólo hasta los 1920s se introdujo el sufragio femenino, y en Colombia solo hasta 1954.
Por lo tanto, la Democracia es aún un concepto en desarrollo, aunque ampliamente reconocido alrededor del mundo.
El paquete ‘Democracia’ generalmente incluye el contrapeso que se hacen los tres poderes del estado: ejecutivo, legislativo y judicial. Mucho se especula sobre la dirección que tomarán las Democracias. El hecho de que todas las personas tengan votos de igual valor; y el hecho de que cualquier persona pueda llegar a ocupar las posiciones de poder ejecutivo o legislativo, puede teóricamente resultar en gobiernos incapaces de promover el bienestar social. La mayoría no necesariamente es sabia y los elegidos no necesariamente tienen un mínimo de voluntad, educación o capacidad intelectual para desempeñar sus funciones.
No obstante, Colombia, como muchos países, ha abrazado con fervor nacional el concepto de Democracia en su más amplia acepción, un gobierno de las mayorías a todos los niveles, acotado por la adopción de los Derechos Humanos como base al respeto por las minorías, el individuo y sus derechos.
Tenemos una significativa tradición democrática desde la independencia, reforzada por la Constitución de 1991. La Democracia colombiana permite a cualquier ciudadano exponer libremente sus ideas y ser electo para altos cargos en los órganos ejecutivos y legislativos (alcaldías, concejos, gobernaciones, asambleas, presidencia, congreso).
Desde el pasado 28 de abril se han presentado alrededor del país numerosas marchas de cientos y ocasionalmente de algunos miles de personas que reclaman ser “escuchados”. Esto por supuesto es bienvenido y normal.
¿Quién podría negarse a conocer nuevas ideas y a considerar propuestas de potencial prosperidad? Lo preocupante es cuando algunos de estas personas pretenden representar a los colombianos y presumen que el gobierno debe no sólo “dialogar” sino “negociar” con ellos.
Y, paralelamente, otros grupos de personas se adjudican el derecho a bloquear las principales arterias del país, asfixiando toda la logística nacional y violando con esto los derechos fundamentales de la población entera.
El total de marchantes en toda Colombia en ningún momento ha sido superior a 100 mil, ni el 0,3% de los 35 millones de votantes. ¿Dónde esta la representatividad? La capacidad intimidatoria de las pilatunas y el vandalismo, al parecer inspiradas en los legendarios hooligans ingleses, no deben suplantar en momento alguno los muy bien establecidos mecanismos democráticos. De lo contrario iremos a la dictadura del hooliganismo.
Louis Kleyn
Consultor Empresarial