Leer algunos de los puntos acordados en La Habana, como que se debe implementar un plan de vías terciarias o mejorar el nivel de vida en el campo, es un recuento de deberes naturales que el Estado ha debido cumplir siempre, pero que por distintas razones, entre ellas, que existan compatriotas que piensen que dando bala ayudan a la solución, otros que creen que pagar impuestos es de tontos o de ricos, y algunos más, funcionarios en el aparato Estatal, que se empecinan en entorpecer el desarrollo empresarial y del país en general aplicando las normas de forma discrecional.
Lo anterior, orquestado por una clase política que no ha dado la talla, creo yo, por poco educada aunque pueda que muy instruida, muchas veces corrupta (por ej., esta perla: sin compra de votos no se sale electo, dicen los mismos elegidos), razones por las que no han logrado conectarse con la realidad del país.
Por ende, tenemos personas que nos gobiernan siguiendo intereses mezquinos, personales, sin la grandeza que necesita el país –característica de los buenos políticos, tan escasos por estas latitudes–, lo que no permite que el desarrollo haya sido lo suficientemente profundo, igualitario e incluyente como desearíamos la mayoría.
Por lo anterior, me preocupa, y mucho, de dónde va a salir el dinero para hacer realidad esta lista de ensueño que salió de La Habana, porque el Gobierno no tiene plata y Colombia es un país relativamente pobre. Salir a poner el sombrero a la comunidad internacional para conseguir recursos no tiene asidero con la realidad, y menos pensar en apretar tributariamente aún más al aparato productivo. La solución es apoyar decididamente a los pequeños emprendedores no solo con crédito o ayudas tributarias, ya que igual de importante es hacer un esfuerzo para ‘dejarlo hacer’, facilitando el paso por el tamiz burocrático para que, operar formalmente un negocio, no sea una odisea casi imposible de lograr.
El Estado, y no solo algunos altos funcionarios, deberían estar pensando fuertemente cómo incentivar el crecimiento económico formal en el país, sin entorpecerlo. De lo contrario, no va a haber empleos ni fuente de ingresos suficiente para pagar lo que dice la Constitución, y menos lo acordado en La Habana. Es que, o creamos una base empresarial fuerte de pymes que genere al país la suficiente riqueza para repartir, o no lograremos nada, pues la pobreza no crea futuro.
Pero, claro, para esto también tendríamos que llegar a un acuerdo, y no lo veo claro. Las normas en Colombia no permiten que uno haga empresa fácilmente, son una pesadilla que el futuro empresario y el ya existente deben tratar de pasar, a pesar del funcionario de turno que le toque a uno enfrente. Es que los funcionarios ‘le hacen a uno el favor’, no importa la ley, ellos tienen la sartén por el mango, y le hacen perder al empresario tiempo y dinero, hasta que soborne, resista o desista. Cualquiera de estas opciones los tiene sin cuidado, e ineptamente creen que siempre ganan.
Invito a reflexionar sobre cuál es el aparato productivo de la próxima Colombia, que ayude a volver realidad el país que soñamos y en el cual el Estado sea un árbitro confiable, no un cedazo arbitrario que impida el desarrollo.
Lucas Echeverri Robledo
Empresario
lukaseche@gmail.com
Los acuerdos en La Habana
Me preocupa de dónde va a salir el dinero para hacer realidad esta lista de ensueño que salió de La Habana, porque el Gobierno no tiene plata.
Lo más leído
Nuestros columnistas
Rodolfo Segovia S.
No será tan negro el panorama
La vida útil de los yacimientos de petróleo y carbón será, al parecer de menos de 25 años.
Hernán Avendaño Cruz
Colombia: mal en comercio
Carlos Gustavo Álvarez
Suplicios domésticos
La mujer puede ser el ama de casa o la señora del servicio o ambas, cuando la brega es monumental.
Ian Bremmer
Las amenazantes complicaciones de una larga pandemia
Roberto Angulo
Tres instantáneas de un PDET
Eduardo Frontado Sánchez
Entrenamiento con cualidades distintas
Germán Umaña Mendoza
Los pasos perdidos
Si algo se aprende de las crisis es a asegurar el desarrollo y la sostenibilidad.
Jorge Coronel López
Irracionalidad fiscal (II)
Patricia Llombart-Cussac
Europea en Colombia
Colombia y la UE: hacia un comercio más ecológico y diversificado
Andrés Espinosa Fenwarth
¿Aspersión aérea o reinado de coca?
Sergio Díaz-Granados G.
Colombia y Perú
La respuesta multilateral
Miguel Gómez Martínez
La revancha de la economía política
Martha Elena Delgado Rojas
Un 2020 desbalanceado
Lan Hu
Covid-19, desarrollo y multilateralismo
Rosario Córdoba Garcés
Privado de Competitividad
Ejecutar, ejecutar, ejecutar
La política aprobada no pretende reemplazar al Plan Nacional de Desarrollo.
Francisco Montes
Ingresos regionales 2020 y Fonpet
Julián Domínguez Rivera
Resiliencia empresarial
Lamentablemente son muchos a los que la crisis no les dejó opciones y tuvieron que cerrar.
Sergio Calderón Acevedo
Cambio económico
Cecilia López Montaño
¿Volver a la escuela? acción, no polarización
César Caballero Reinoso
Plan de reactivación y repotenciación: sentido de urgencia
Mauricio Cabrera Galvis
Política de reactivación, ¿es suficiente?
Beethoven Herrera Valencia
Nacional y Externado
OIT advierte a Colombia
Manuel José Cárdenas
Trump ante la historia
Rodrigo Villamizar
Chairman del Centro de Investigación Borametz de Madrid, España.