MIÉRCOLES, 06 DE DICIEMBRE DE 2023

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Lucas Echeverri Robledo
columnista

Los acuerdos en La Habana

Me preocupa de dónde va a salir el dinero para hacer realidad esta lista de ensueño que salió de La Habana, porque el Gobierno no tiene plata.

Lucas Echeverri Robledo
POR:
Lucas Echeverri Robledo

Leer algunos de los puntos acordados en La Habana, como que se debe implementar un plan de vías terciarias o mejorar el nivel de vida en el campo, es un recuento de deberes naturales que el Estado ha debido cumplir siempre, pero que por distintas razones, entre ellas, que existan compatriotas que piensen que dando bala ayudan a la solución, otros que creen que pagar impuestos es de tontos o de ricos, y algunos más, funcionarios en el aparato Estatal, que se empecinan en entorpecer el desarrollo empresarial y del país en general aplicando las normas de forma discrecional.

Lo anterior, orquestado por una clase política que no ha dado la talla, creo yo, por poco educada aunque pueda que muy instruida, muchas veces corrupta (por ej., esta perla: sin compra de votos no se sale electo, dicen los mismos elegidos), razones por las que no han logrado conectarse con la realidad del país.

Por ende, tenemos personas que nos gobiernan siguiendo intereses mezquinos, personales, sin la grandeza que necesita el país –característica de los buenos políticos, tan escasos por estas latitudes–, lo que no permite que el desarrollo haya sido lo suficientemente profundo, igualitario e incluyente como desearíamos la mayoría.

Por lo anterior, me preocupa, y mucho, de dónde va a salir el dinero para hacer realidad esta lista de ensueño que salió de La Habana, porque el Gobierno no tiene plata y Colombia es un país relativamente pobre. Salir a poner el sombrero a la comunidad internacional para conseguir recursos no tiene asidero con la realidad, y menos pensar en apretar tributariamente aún más al aparato productivo. La solución es apoyar decididamente a los pequeños emprendedores no solo con crédito o ayudas tributarias, ya que igual de importante es hacer un esfuerzo para ‘dejarlo hacer’, facilitando el paso por el tamiz burocrático para que, operar formalmente un negocio, no sea una odisea casi imposible de lograr.

El Estado, y no solo algunos altos funcionarios, deberían estar pensando fuertemente cómo incentivar el crecimiento económico formal en el país, sin entorpecerlo. De lo contrario, no va a haber empleos ni fuente de ingresos suficiente para pagar lo que dice la Constitución, y menos lo acordado en La Habana. Es que, o creamos una base empresarial fuerte de pymes que genere al país la suficiente riqueza para repartir, o no lograremos nada, pues la pobreza no crea futuro.

Pero, claro, para esto también tendríamos que llegar a un acuerdo, y no lo veo claro. Las normas en Colombia no permiten que uno haga empresa fácilmente, son una pesadilla que el futuro empresario y el ya existente deben tratar de pasar, a pesar del funcionario de turno que le toque a uno enfrente. Es que los funcionarios ‘le hacen a uno el favor’, no importa la ley, ellos tienen la sartén por el mango, y le hacen perder al empresario tiempo y dinero, hasta que soborne, resista o desista. Cualquiera de estas opciones los tiene sin cuidado, e ineptamente creen que siempre ganan.

Invito a reflexionar sobre cuál es el aparato productivo de la próxima Colombia, que ayude a volver realidad el país que soñamos y en el cual el Estado sea un árbitro confiable, no un cedazo arbitrario que impida el desarrollo.

Lucas Echeverri Robledo
Empresario
lukaseche@gmail.com

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