El proceso de paz está en el centro del debate electoral, que se encuentra en su recta final, y es el tema que está moviendo a los electores hacia una u otra campaña.
Si hemos de creer lo que dicen unos y otros, las opciones son entre la Madre Teresa y Hitler, pero la verdad ni noble de paz ni nazi, solo una serie de políticos haciendo compaña electoral de forma mezquina con la paz.
Yo soy un convencido de que la paz deberíamos alcanzarla a cualquier precio, siempre y cuando la contraparte quiera llegar a una solución negociada, y esto es lo que no me queda claro, porque cada vez que oímos de las Farc, parece que estuvieran torpedeando la aspiración de Santos.
La verdad, solo el Presidente y sus colaboradores saben lo que pasa en La Habana, lo que era válido mientras pasaba dentro de su periodo presidencial.
Cuando quedó claro que no se iba a firmar nada antes de elecciones, un real abanderado de la paz hubiera entendido que el proceso debía volverse una política de Estado y como muestra de respeto por la democracia, por nosotros y por la paz, debió haber invitado a todos los candidatos, a conocer qué se negociaba en La Habana, con miras a que, en la eventualidad de perder las elecciones, se garantizara la continuidad del proceso, que tan fundamental le parece al Presidente y su sequito.
Pero no, Santos se guardo la información solo para él, y sin contarle nada a nadie, empezó una campaña electoral basada casi que exclusivamente en la paz, tema que solo él conoce, descalificando a su opositor, diciéndole mentiroso y enemigo de la paz.
El presidente se juega al póker la Presidencia, guardando para su uso exclusivo el proceso de paz, como si esto fuera un tema personal, un tema suyo y no de toda Colombia. ¡Qué arrogancia! Pero lo más grave es que con esta actitud puso en riego el proceso, que tanto trata de defender.
Sinceramente, no creo que el Presidente sea el único que tiene la llave de la paz, pero, al centrar su campaña en este tema, polarizó al país, alejando a todos de un consenso sobre algo tan fundamental.
También hizo que no se cuestionara, en esta campaña, la corrupción que se ha apoderado del país, la falta de infraestructura, el problema que se volvieron las consultas previas y los permisos ambientales, la titularización de tierras, el servicio de salud, la inoperancia de la justicia y la policía, entre otros temas.
Santos no ha sido un gobernante efectivo, ni siquiera en el proceso de paz que nos dijo que se haría en un año, y no veo por qué milagrosamente se vaya a convertir en ese líder que necesitamos si es reelecto.
Por lo anterior, entre los dos candidatos elijo a Zuluaga y le doy el beneficio de la duda, esperando que gobierne bien. Y las razones por las que, en teoría, no debo votar por él no me convencen: que significa la guerra y que es el títere de Uribe, punto este, de un infantil, que ni siquiera pienso analizarlo.
A Santos, hace cuatro años le dimos el beneficio de la duda y mostró no ser capaz con el país. Por estas razones, no merece el premio de la reelección.
Lucas Echeverri Robledo
@lucaseche
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