El libro de Adelman, presentado el año pasado en Colombia, en español, sobre la vida de Albert Hirschman es relevante para esta fase de Colombia, por varias razones, entre ellas, el conocimiento y aprecio que tuvo sobre nuestro país. Fue un intelectual cuyas reflexiones se extendían al campo de la filosofía, la política y la economía. La combinación de estos campos es sumamente pertinente para proponer reformas económicas como lo hizo a lo largo de sus años.
En una apretada síntesis puede comentarse que enfrentó activamente las dos guerras mundiales, vivió y trabajó en muchos países, fue miembro activo de la academia americana, amante de Colombia y preocupado por las etapas en las que Latinoamérica tuvo gobiernos no democráticos, como se vive hoy en Venezuela. En Europa y Estados Unidos fue partícipe activo en el diseño del Pan Marshall, comisionado por la Reserva Federal, contribuyó al desarrollo de las estadísticas de comercio exterior de la posguerra, fue inspirador de uno de los instrumentos de análisis económicos para medir el impacto entre sectores denominados eslabonamientos hacia adelante y hacia atrás (principalmente en los procesos de industrialización), promotor de una teoría de desarrollo económico desequilibrado entre sectores, inspirador de muchas reformas en países en desarrollo y artífice de la evaluación de proyectos en varios países, entre otras cosas.
Dado que vivió muy de cerca el conflicto ideológico entre el capitalismo y el socialismo, después de un proceso serio, llegó a la convicción de que los países en desarrollo requieren el diseño de buenas políticas de largo plazo que se impulsen a través de proyectos adecuados. Esto dicho hoy, hace parte del conocimiento de muchos economistas, pero tuvo debates intensos con celebridades que alcanzaron el Premio Nobel de Economía, particularmente sobre el modo de lograr el crecimiento.
En la Estrategia del desarrollo económico, uno de sus principales libros, aboga por el crecimiento desbalanceado de los sectores según las características de cada país, y, en buena medida, inspirado en Colombia. Lo anterior, en relación con quienes interceden por un crecimiento equilibrado de los sectores económicos. Para el momento actual que vivimos en Colombia, en cual se presentan serias dificultades para la definición e impulso de buenas políticas de desarrollo productivo, que produzcan efectos multiplicadores en la relación entre industria y agricultura, y que permitan identificar buenos proyectos productivos en el sector rural, la relectura de sus obras es pertinente.
Por otra parte, el tono intelectual que le permitió debatir entre fuertes posiciones en conflicto y la necesidad de lograr consensos sobre requerimientos de los Estados, es otra faceta que se requiere en un país polarizado. El ministro Alejandro Gaviria se permitió hacer énfasis sobre este libro en la importancia de frenar lo que se ha llamado ‘la fracazomanía’, o el pesimismo acendrado, que solo nos deja ver hacia adelante los precipicios y no la construcción de nuevos caminos.