La tímida recuperación de la economía internacional, la incertidumbre sobre el período que tardará la economía mundial en retomar el vigor que había traído durante la mayor parte de esta década y los efectos notables de muy bajo crecimiento o de crecimiento nulo sobre la economía colombiana, hacen pensar que las debilidades de nuestra estructura y política económica requieren de nuevo un rebalanceo y revigorización hacía adelante.
El amplio abanico de precandidatos presidenciales indicaría que por lo menos una buena parte de ellos se ocupe de repensar nuestro mediano plazo y no sólo de los avatares electorales.
Como es un lugar ya común el hecho de que nuestro país no aprovechó la prolongada coyuntura de alto crecimiento económico para realizar los cambios en la estructura tributaria que el país requiere, éste sigue siendo un tema prioritario dentro de la agenda macroeconómica. Esto sin olvidar los efectos que el financiamiento del Gobierno con recursos externos produce sobre el sistema cambiario. Pero hay que resaltar la salida a flote de la debilidad de nuestra estructura productiva en la coyuntura de caída del crecimiento durante el presente año.
En efecto, muchas empresas de los sectores productores de bienes de consumo masivo (de origen agropecuario e industrial) han visto modificar notablemente el destino de sus ventas.
Aquellos sectores exportadores han visto reducida la demanda internacional y como resultado, el mercado doméstico ha surgido con nuevo atractivo en un momento en el que la demanda interna se comprime. Esta tendencia ha sido agravada por nuestras relaciones comerciales con Ecuador y Venezuela. Precisamente, esta es la fortaleza de países de importante mercado interno en el concierto internacional, tales como Brasil, China e India que han dinamizado su posición relativa en el mercado mundial. En el caso de México, que es un país con un tamaño importante, se ha visto muy afectado por sus relaciones comerciales con E.U. y por su coyuntura interna crítica.
Un elemento que introduce mayor complejidad a nuestra actual estructura económica es el hecho de que uno de los sectores de mayor dinamismo de los últimos años es el sector de minería e hidrocarburos, que ha sido importante fuente de inversión extranjera, pero que se caracteriza por tener una generación de empleo menor en comparación con otros sectores y muy bajo efecto multiplicador vía eslabonamientos sectoriales. El sector agropecuario tiene muy poco que mostrar en cuanto a diversificación exportadora, salvo lo que concierne a la producción de biocombustibles, que tiene otras complejidades adicionales.
La diversificación de la estructura productiva y la diversificación de los mercados de exportación son un tema de mediano plazo que no puede improvisarse y que depende de múltiples factores, como el dinamismo y composición del comercio internacional, el dinamismo de la demanda interna y fundamentalmente, de señales de mercado, pero las políticas económicas pueden propiciar o entorpecer su dinamismo, ya sea por la vía de incentivos no adecuados, de remover obstáculos que provienen del sector público, tales como la provisión de infraestructura adecuada y el diseño de estímulos correctos en materia de ciencia y tecnología.
Este es un tema de gran importancia para la sociedad civil que amerita debates suficientes para generar consensos de largo plazo que permitan comprometer a los políticos en la dirección adecuada. Como es sabido este proceso de consensos ha sido probado con éxito en varios países asiáticos.
Desafortunadamente, el entorno político reciente ha producido suficientes nubarrones como para ocultar nuevamente la necesidad de una reforma política que permita una mayor transparencia y efectividad en el ejercicio de la política económica, lo cual le da prioridad a este tema en la agenda de discusión nacional.
Economía colombiana y período preelectoral
El entorno reciente ha producido suficientes nubarrones como para ocultar nuevamente la necesidad de
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