En la reciente Cumbre de Petróleo y Gas en Colombia, tuvo lugar un conversatorio entre el presidente de la Asociación Colombiana del Petróleo (ACP) y Daniel Yergin, un reconocido analista internacional en temas energéticos, autor de varios libros sobre energía y asesor de diferentes gobiernos en política energética.
Varios de los comentarios del conversatorio arrojan luces sobre el sentido de la transición energética en que se está empeñado el país. Veamos:
Para la Organización Mundial de la Salud (OMS) el problema ambiental más grave en el mundo es la contaminación intramural ocasionada por el consumo de leña, lo cual afecta a aproximadamente 3.000 millones de personas; algo así como el 39% de la población mundial.
No solo se trata de un problema ambiental de gravedad, sino que además los hogares que utilizan estos recursos de biomasa afrontan serios problemas de salud por la inhalación de los residuos de combustión de la leña, y por lo general carecen de los ingresos para migrar hacia un energético más digno. Es la pobreza energética en su máxima expresión.
Algunos países como India, cuya población ha registrado de tiempo atrás altos consumos de leña con los consecuentes impactos en salud pública, manifiestan que sus problemas energéticos no son los mismos que aquellos de los países desarrollados y, por lo tanto, se debe diseñar un camino propio de transición energética que permita atacar los problemas que no se encuentran en países del primer mundo.
De hecho, la India es un caso de ejemplo a nivel mundial donde el Gobierno del Primer Ministro Narendra Modi definió como Política Pública el programa nacional de sustitución de leña, principalmente con gas propano.
Esto quiere decir que la transición energética no debe limitarse a la construcción de plantas de energías renovables, eólica y solar, sino que en este caso es preciso utilizar energías convencionales para sustitución de leña y terminar así la dependencia de los energéticos de biomasa que tanto daño hacen para el ambiente y la salud pública. Este es un problema que la humanidad tiene que resolver como parte un proceso de transición energética.
En Colombia, la problemática del consumo de leña está súper diagnosticada desde hace décadas. En el año 2019 un Estudio para la Unidad de Planeación Minero Energética por parte del Consorcio Estrategia Rural Sostenible, le puso cifras concretas al tema y planteó estrategias de corto, mediano y largo plazo para lograr la sustitución de leña en el país.
Tomando como base información del Dane, se encuentra que 1’664.000 hogares, lo que representa aproximadamente el 11% del total que cocinan en el país, consumen principalmente leña. Es decir unos 5 millones de colombianos.
De ese total, 500.000 hogares utilizan el gas propano en la medida que sus ingresos les alcancen para pagar el costo del cilindro, razón por la cual sólo lo utilizan una vez o máximo dos veces al día, principalmente en los desayunos por tratarse de un energético rápido para la cocción de alimentos.
El resto de los hogares que consumen principalmente leña, es decir 1’164.000, se encuentran en lugares aislados y su nivel de pobreza los obliga a cocinar con lo que encuentren a la mano, es decir leña o cualquier otro elemento que les sirva de combustible.
Las implicaciones en temas de salud pública son enormes en particular para las mujeres, a quienes las costumbres ancestrales les han asignado la recolección de la leña y las tareas de cocina y para los niños de corta edad quienes permanecen al lado de sus madres y sufren al igual que ellas.
LAS CONSECUENCIAS
Según estudios de Planeación Nacional del 2017, más de 2.000 muertes al año y 1,2 millones de enfermedades respiratorias están asociados a este tipo de contaminación, la mayoría mujeres mayores de 44 años y niños menores de 5 años.
Además, los costos económicos en atención de enfermedades respiratorias y mortalidad prematura derivadas del consumo de leña en los hogares, ascienden al 0,38% del PIB calculado para el año 2017.
El impulso a las energías renovables es una política acertada del Gobierno Nacional, no solo para lograr una oferta de recursos energéticos más competitiva, lo que beneficia a la demanda de energía eléctrica, sino también por consideraciones ambientales. Además porque la electrificación de la economía y en particular del transporte, va a requerir nueva oferta de energía eléctrica.
El planteamiento es lograr una transición energética que incluya a todos los segmentos de la población, buscando que millones de compatriotas en pobreza energética, puedan migrar hacia formas de cocción más dignas.
Las opciones de sustitución son varias comenzando por el gas propano, cuya portabilidad le permite llegar a prácticamente todos los rincones de la geografía; las estufas de biogas, que aprovechan la degradación de la materia orgánica que se encuentra en las fincas campesinas; la energía eléctrica, donde las redes lo permitan y el gas natural donde sea económico hacerlo.
Todo lo anterior permitirá mejorar la salud, lo mismo que la calidad de vida de estas familias en estado de pobreza energética.
Luis Augusto Yepes G.
Consultor empresarial
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