El presidente Duque en su discurso de instalación del Congreso dijo que Colombia pasó de ser observador a protagonista en la agenda global y que ha demostrado que puede ser un líder regional. El 8 de julio asumió la presidencia de la Comunidad Andina, en diciembre asumirá la presidencia pro-tempore de la Alianza del Pacífico y avanzará en el fortalecimiento de ProSur como el mecanismo para la integración regional.
La pregunta de fondo es saber cuál será el tipo de liderazgo que desarrollará el Presidente que le permita al país construir una estrategia que, como los europeos, halle una salida común a esta demoledora crisis que nos agobia. Aunque coincidimos con ellos en los principios generales de un modelo de desarrollo basado en la democracia occidental, carecemos de los recursos que disponen para llevarla adelante, que comprenden 1.824. 300 millones EUR, un marco financiero plurianual y medidas extraordinarias de recuperación previstas en el instrumento “Next Generation UE”. El paquete contribuirá a la reconstrucción de la UE después de la pandemia y apoyará la inversión en las transiciones ecológica y digital.
Teniendo en cuenta las limitaciones financieras crónicas de Latinoamérica y la llegada de la covid-19, que ha impuesto una nueva normalidad que implica grandes cambios en los patrones del comercio mundial y que se afianzarán en las próximas décadas, la región no puede realizar un programa tan ambicioso como el europeo. Tiene que limitarse a adoptar medidas para insertarse más competitivamente en el comercio global y aprovechar su ubicación geográfica estratégica, energética, sus amplios recursos naturales (minerales, agua y tierra fértil), así como sus recursos humanos con jóvenes creativos con alto espíritu emprendedor.
En estas circunstancias hay que pasar de una integración regional en términos normativos, que hasta ahora ha sido, a otra basada más en términos económicos y comerciales, que comprenda: 1. Invertir en logística funcional para desarrollar corredores de integración con carreteras, puertos y aeropuertos, que permitan versatilidad para la movilización de mercancía dentro de la región y hacia los principales mercados mundiales. 2. Generar cadenas regionales de valor para una mejor inserción en las cadenas globales y así mejorar la participación de la región en el comercio mundial. 3. Fortalecer a las pymes exportadoras mediante transferencias de conocimiento, oportunidades de financiamiento y encadenamientos con grandes empresas ancla, que les permitan mejorar la calidad y alcanzar certificaciones internacionales. 4. Integrar más transversal y agresivamente los procesos de transformación digital para mejorar la conectividad, aumentar la productividad de las empresas, elevar la calidad de los servicios públicos y aprovechar los beneficios del comercio electrónico. 5. Desarrollar ciudades inclusivas, convirtiéndolas en anclas de inversión productiva para generar empleo de calidad, y capaces de responder a los desafíos del cambio climático. 6. Estos esfuerzos deben ir de la mano de una gestión integral de fronteras que mejore la operatividad y optimice la gestión de riesgos, facilite los flujos de comercio intrarregionales y genere espacios de desarrollo económico local como punto de partida para construir visiones de desarrollo económico binacionales.