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Manuel José Cárdenas
Columnista

Pospandemia

Para A. Latina y el Caribe, la magnitud del impacto y la capacidad de reacción dependerán en gran medida de la estructura productiva de cada economía.

Manuel José Cárdenas
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Manuel José Cárdenas

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) elaboró un segundo informe sobre la evolución y los efectos de la pandemia del covid-19 en América Latina y el Caribe para que de la conjunción de las estimaciones cuantitativas de corto plazo y de las previsiones sobre los principales cambios cualitativos de mediano plazo surja lo que será una nueva normalidad.

La expansión de la crisis productiva ha puesto de manifiesto las vulnerabilidades de la interdependencia, a nivel de países y empresas, y puede llevar a cambios significativos en la organización de la producción a nivel mundial en tres aspectos: Ha quedado en evidencia la vulnerabilidad de las redes internacionales de producción, ha obligado a las empresas a adecuar su funcionamiento interno a las medidas de distanciamiento social, y ha profundizado el debilitamiento de la cooperación internacional y del multilateralismo.

Para América Latina y el Caribe, la magnitud del impacto y la capacidad de reacción dependerán en gran medida de la estructura productiva de cada economía, de la participación de sus empresas en las cadenas de valor y de las capacidades productivas existentes. Como nunca en los últimos 30 años, hoy está abierto a discusión el modelo dominante de inserción de la región en la economía internacional, basado en la especialización en materias primas, manufacturas de ensamblaje y turismo de sol y playa.

En efecto, la destrucción de diversas cadenas globales de valor ha mostrado los riesgos que supone la elevada dependencia regional de las manufacturas importadas.
En el largo plazo el regreso a la normalidad no será y no debe ser una vuelta a la situación existente antes de la pandemia.

La visión con la que concluye el Informe ilustra los cambios estructurales en la actividad productiva que están en proceso y que se intensificarán. Esto además tendrá impactos, en ocasiones irreversibles, en la estructura laboral, el empleo y el bienestar. Sus efectos principales son:

En el mediano plazo en materia de reorganización de la producción y del comercio internacional se presentan cambios significativos en términos de localización y tecnológicos.

Existirán por lo menos tres escenarios posibles, que aún están abiertos: soluciones de alcance exclusivamente nacional, acentuación de la regionalización o una continuación de la globalización, pero sobre la base de nuevos modelos más receptivos al multilateralismo y a la corrección de las desigualdades entre países.

Para la mayoría de los países de América Latina y el Caribe, las soluciones de alcance nacional no serían viables por razones de economías de escala, tecnológicas y de aprendizaje.

Es posible que la mejor solución sea una nueva globalización con una gobernanza proclive a la inclusión y la sostenibilidad, para participar activamente en ella, América Latina y el Caribe debe integrarse productiva, comercial y socialmente.

Para ello, la coordinación de los países de la región en materia macroeconómica y productiva será crucial para negociar las condiciones de la nueva normalidad, particularmente en una dimensión urgente como es el financiamiento del nuevo estilo de desarrollo con igualdad y sostenibilidad ambiental.

Manuel José Cárdenas
Consultor internacional

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