Eric Schmidt y Jared Cohen escribieron recientemente un libro titulado, La nueva era digital: reorganizando el futuro de las personas, naciones y negocios, en el que predicen lo que ocurrirá a finales de esta década.
Los autores prevén una sociedad distinta a la actual por el uso de las nuevas tecnologías. Los sistemas de información aumentarán considerablemente la productividad, la seguridad y la calidad de vida.
Las tecnologías de movimiento, controlado por el pensamiento, van a revolucionar los procedimientos médicos. Las tecnologías de traducción casi perfecta permitirán tener una interacción más diversificada a nivel mundial. Dentro de sus principales predicciones se pueden citar las siguientes:
La web será totalmente móvil en el 2020, lo que significa que todas las personas estarán conectadas a Internet y tendrán la posibilidad de moldear su mundo, de acuerdo con sus intereses. Se podrá usar la inteligencia humana para el juzgamiento, la intuición, los matices y las interacciones humanas, pero habrá que usar el poder de los computadores para utilizar su memoria sin límites, la velocidad de sus procesos y las acciones que superan la biología humana.
Se usaran los computadores para producir profundos volúmenes de información con el fin de perseguir y capturar terroristas, pero la forma como ellos serán juzgados y tratados a partir de ese momento dependerá del hombre y sus leyes.
Los robots evitaran muertes en combate, pero el juzgamiento humano determinará el contexto en que deben ser usados y las acciones que deben tomarse.
El mundo virtual no va a superar al real, pero va a modificar las conductas existentes. Los pueblos y Estados preferirán el mundo que tienen mayor control –virtual para las personas, físico para los Estados–, y esa tensión va existir permanente con el Internet.
Los Estados continuarán realizando sus políticas de relaciones exteriores e internas, pero a diferencia del pasado, que actuaban en el mundo real, ahora tendrán que hacerlo también en el virtual, y ellas podrán resultar en muchos casos contradictorias.
Los Estados podrán lanzar ataques cibernéticos contra países que no desean realizar ataques militares, pero estas políticas no las aplicarán en su propio país. Podrán aceptar la discusión de desacuerdos y protestas en línea, pero no dejarán de reprimir en las calles a los ciudadanos disidentes. Los Estados podrán soportar emergencias en telecomunicaciones sin realizar ninguna acción militar en el terreno.
Con la facilidad de conectarse,, el almacenamiento de datos en la nube y los teléfonos celulares a nivel mundial, los ciudadanos tendrán mayor poder que cualquier otro en la historia, pero ello tendrá costos para su privacidad y seguridad. La información que suministran las personas a través de la red podrá se utilizada en su contra. Se vigilará no solo lo que dice o escribe una persona, sino los sitios web que visita, a quién incluye en su red en línea, lo que le ‘gusta’ y lo que dicen y comparten otros que están conectados a ella.
Las posibilidades de espionaje, como la que ha denunciado Eduard Snowden, podrán aumentar.
Los países deberán legislar internamente al respecto, pero ante el riesgo de que las políticas que apliquen puedan diferir de un país a otro, incluso entre quienes tienen sistemas políticos y jurídicos similares, deberán celebrar acuerdos internacionales para coordinarlas.
Manuel José Cárdenas
Consultor internacional