Según la Cepal, para el presente año se mantienen las tendencias del crecimiento mundial que se presentaron en el 2014, y la desaceleración del mismo, que ocurrió a finales del tercer y cuarto trimestre de este año, a pesar de la recuperación de EE. UU. De todas maneras, se espera una moderada recuperación de América Latina y el Caribe, siendo Panamá el país de mayor crecimiento con relación al PIB (7 por ciento), seguido de Bolivia (5,5), Perú, Nicaragua, República Dominicana (5,0) y Colombia (4,3). Ante esta situación, resulta claro que la región tendrá que cambiar el facilismo de las rentas provenientes de los commodities por el duro trabajo de aumentar la productividad.
De acuerdo con la Cepal, para revertir la desaceleración y dinamizar el crecimiento económico en un entorno externo tan complejo, se deberá: a) reactivar la demanda interna con énfasis en la inversión; b) aumentar la productividad y competitividad; c) avanzar en la diversificación de la estructura productiva y de la canasta exportadora. Todo ello exigirá dos medidas adicionales. De una parte, la expansión de las políticas macroeconómicas contracíclicas, lo que exige atenuar la volatilidad de los ciclos económicos y los de la inversión. De otra, potenciar la integración regional como fuente de mayor demanda agregada (integración comercial), más productividad y competitividad (cadenas de valor), infraestructura y aumentar la capacidad para enfrentar los choque externos.
Sin embargo, estas recomendaciones se sitúan dentro del marco tradicional de la economía real, pero ellas no serán suficientes si no se tiene en cuenta que todas las empresas están siendo sacudidas por la revolución digital. Ningún empresario puede ignorar la embestida de la informática móvil, el big data, la inteligencia artificial, etc.
Hasta ahora, estas turbulencias no habían producido un efecto negativo importante en un entorno económico tranquilo y, aunque ese crecimiento lento no es bueno para los negocios, la amplia estabilidad económica, como lo sostiene Zanny Minton, editora de negocios de The Economist, sí ayudó a contrarrestar la crisis y el rezago tecnológico en que están las empresas de la región.
Pero esta situación va a cambiar a partir del 2015 y esta complementariedad llegará a su fin. Los empresarios ya no podrán contar con la estabilidad de sus mercados financieros como un amortiguador de sus retrasos tecnológicos. La revolución digital ganará una tremenda velocidad.
Millones de personas tendrán acceso a los smarthhones, aumentará la computación en la nube y disminuirá la inversión en hardware. Cada vez más trabajadores serán desplazados o adaptados, y se requerirán más ingenieros, físicos y matemáticos.
El hecho es que no todas las compañías se verán afectadas por igual. Las que están en economías emergentes tendrán un año más difícil, atrapadas por un crecimiento lento y un dólar fuerte. Como lo sostiene Minton: “Los negocios no han tenido un camino fácil en los últimos años. Dirigir la empresa a través de una revolución tecnológica es un desafío, incluso cuando los mercados financieros son amables. Pero orientarlos a través de alteraciones simultáneas, de arriba y de abajo es todavía mucho más difícil”.
* * * *
Rodrigo Marín Bernal. Honor a la memoria de un gran colombiano, que como ministro, legislador y diplomático le prestó grandes servicios al país.
Manuel José Cárdenas
Consultor internacional
emece1960@yahoo.com