A fines del año se presentaron al Presidente de la República las propuestas de la misión de sabios, creada por él, para repensar el país, en el cual destacaron la importancia de la educación especialmente de cero a cinco años.
Por los mismos días salieron los informes de las pruebas Pisa en las que Colombia obtuvo resultados bastante deficientes, por no decir que definitivamente malos. Ocupamos el puesto 58 entre 73 países evaluados, siendo el país perteneciente a la OCDE, con menor calificación. En lectura y ciencias el puntaje bajó y en matemáticas subió un punto.
Frente a esta evaluación, el documento, que puede sumarse a varios trabajos realizados por expertos en el tema, adquiere especial relevancia. Señala que la educación de cero a cinco años es la prioridad total, dado que en esa etapa se adquieren y aprenden la empatía, la convivencia, la ética, la creatividad. Es Importante destacar la inclusión de la ética como fundamento.
Desarrolla unas estrategias concretas en cuanto al tema de educación que destacan: que en los próximos años el Estado consiga que el 25% de los recursos de las regalías se destinen a la educación integral de la primera infancia, creación de centros regionales de innovación y a impulsar la investigación. Que se hagan esfuerzos especiales para fortalecer las ciencias básicas naturales, sociales y humanas y la creación artística. Que para el 2026, la educación integral para los niños y niñas de cero a cinco años sea universal y que para el 2030 se termine la universalización de la educación media, con bases científicas y culturales sólidas. Enfrentar los problemas de exclusión y desigualdad social, como un desafío para el país, buscando mejorar los niveles de educación y salud, y adoptado un modelo de crecimiento basado en el capital humano y el conocimiento.
Dentro del despliegue de estos temas hace referencia el documento a reestructurar el sistema de formación de los profesores, con programas de becas para estudiantes destacados e incluso becas e incentivos para los estudiantes destacados que hoy no escogen la docencia como profesión. Lo que buscan es redimensionar el rol del maestro, como centro de la responsabilidad de la educación de calidad.
Todo esto es clave para atender los desafíos que enfrenta el país no solo para la formación de capital humano y el crecimiento, sino especialmente con los desarrollos tecnológicos y la amenaza, que ya es una realidad, a los empleos tradicionales.
La niñez y juventud abrirán sus ojos al mundo laboral en un ambiente no solo distinto al tradicional conocido, sino aún al que estamos viviendo en estos momentos de transición; por ello si queremos adaptar las competencias y habilidades a los nuevos requerimientos, es necesario cambiar totalmente los modelos de educación y los sistemas de enseñanza, para lo cual el primer papel, después de las políticas públicas diseñadas por el Estado, lo tienen los maestros y profesores, y por tanto es indispensable el cambio de su mentalidad y la aceptación de mecanismos de evaluación, que siempre han rechazado, para direccionar adecuadamente su preparación y responder a las demandas ciudadanas de educación de calidad, reiteradas recientemente.
María Sol Navia
Exministra de Trabajo
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