Hablamos de la entrada a una nueva era, la de la Inteligencia, cuyos efectos han sido positivos y negativos, lo que nos lleva a muchas preguntas e inquietudes. Son muchos los frentes que estos cambios han alterado en nuestras vidas y por tanto en la sociedad. Empezando porque a pesar de que hemos avanzado mucho en desarrollo, calidad de vida, salud, tasas de mortalidad, educación, productividad y recreación, las condiciones de equidad no han avanzado en la misma forma.
La tecnología crea más desigualdades, ya que su acceso no es igual para las personas de los países de economías fuertes y con desarrollo avanzado, frente a los países más pobres y débiles, lo mismo que al interior de los países, ya que este acceso depende de las condiciones económicas que permitan a las familias obtener los dispositivos y conexiones necesarias. Para quienes no tienen llegada a estos medios, o es muy limitada, las posibilidades de educación también son reducidas, como se vio con la pandemia, lo mismo que la información. La educación y formación son base indispensable para el trabajo y la movilidad social.
Otro aspecto, quizás el más preocupante, es la pérdida de la privacidad, la manipulación de la información personal y la posibilidad de orientar y dirigir las conductas de las personas. La imbricación de la tecnología en nuestras vidas, a través de la obtención y manejo de los datos es tan alta que vamos aceptando estas situaciones sin mayor sorpresa. Lo digital está redefiniendo nuestro entorno de tal manera que afecta nuestras conductas en muchas ocasiones, sin que siquiera hayamos reflexionado y decidido sobre ello.
Las grandes compañías tecnológicas iniciaron a recolectar nuestros datos y a buscar comercializarlos para publicidad, como medio de financiación, sobre todo después de la burbuja de las punto com en el año 2000 y el modelo de negocio que estaban desarrollando.
El manejo y explotación de los datos personales fue ampliándose a objetivos comerciales, como señala en su libro La era del capitalismo de la vigilancia, Shoshana Zuboff: “Los usuarios pasaron de ser clientes a materia prima de la industria de la información”. Desde las grandes empresas tecnológicas fue evolucionando hacia los demás sectores de la economía, donde no solo se compra y se vende información personal, sino también, lo que Zuboff llama “mercados de futuros conductuales”.
Sus efectos también han llegado a la política, pues el negocio de los datos ha permitido instalar las ‘bodegas’ y han penetrado y dirigido elecciones en muchos países, como pasó en Colombia, desde Rusia en 2022. Esto es una grave amenaza a la democracia y ya estamos viendo sus consecuencias.
La información y la verdad son también objeto de vulneración, pues se distorsiona la verdad y se miente abiertamente, manipulando la opinión. A futuro no sabemos si manejaremos nuestra información, o si esta y las máquinas nos manejarán a nosotros.
MARÍA SOL NAVIA V.
Exministra