Colombia tiene experiencia de momentos difíciles superados gracias a la grandeza de sus líderes políticos y nacionales. No podemos olvidar que el 9 de abril Carlos y Alberto Lleras, Echandía, Laureano Gómez, y en general los grandes líderes de los dos partidos, apostaron por salvar al país y llegaron a acuerdos con el presidente Ospina, que logró integrar un gabinete de salvación, un frente común institucional, en que los partidos organizados y estructurados, apoyaron el gobierno para restablecer el orden.
Otro ejemplo, más grande aún, fue el gran pacto del Frente Nacional, hecho entre Alberto Lleras y Laureano Gomez, para restaurar la paz en el país, después de la violencia liberal-conservadora y de la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla. En este pacto se establecieron unas reglas de juego para compartir el poder, que logró una gran pacificación del país.
Hoy, sin embargo, no hay esos grandes líderes y estadistas. Los expresidentes han brillado por su ausencia, cuando no contribuyeron, como Cesar Gaviria, a exaltar los ánimos.
Los gremios también ayudaron a encender el fuego, cuando en lugar actuar para buscar mejoras del proyecto procedieron a crear un ambiente de crítica. Y desde luego los líderes de oposición, no solo políticos, que hemos visto azuzando vándalos a bloquear, tirar piedras a las autoridades y particulares, y causar caos multiplicando información sobre errores de la fuerza pública cuando se han excedido, muchas veces defendiendo su vida, o tergiversando la realidad que estamos viviendo los ciudadanos a quienes se nos han violado todos los derechos humanos y los de los miembros de la policía y el Esmad.
Todos vimos como pretendieron quemar vivos a diez policías dentro de un CAI en Bogotá. Los derechos humanos rigen para todos.
Cuando la reforma tributaria fue presentada, indudablemente tuvo un mal manejo político y de comunicación por parte del exministro Carrasquilla e incluso del presidente, pues a pesar de que técnicamente fue reconocida por expertos como bien planteada, el momento social era muy difícil.
Sin embargo, el escenario del congreso era el llamado para un debate civilizado con todas las posibilidades desde hundirla totalmente hasta llegar a acuerdos que corrigieran los excesos, pero permitieran llevar adelante el programa social. Pero se incendió al país, a pesar de que el presidente retiró el proyecto.
Luego de incitar y contribuir al malestar, políticos y sindicatos no han tenido posiciones claras de búsqueda de acuerdos y soluciones viables, no inalcanzables. La gran mayoría de los políticos solo piensan en dar declaraciones agresivas buscando su posicionamiento para las próximas elecciones. Que egoísmo, que falta de grandeza, que miopía llevando al caos al país, con perjuicio para todos incluidos ellos.
No tenemos almas grandes y mentes brillantes que piensen en Colombia, por encima de sus propios intereses, como los ejemplos que nos dieron estadistas que hacen gran falta.
María Sol Navia V
Exministra de Trabajo.