Hoy hablar de derechos humanos está de moda, se volvió tema obligado de políticos y organizaciones. Sin embargo, no sé si todos los que proclaman este tema como su bandera y lo vuelven un slogan político realmente miden la magnitud y el significado que tiene este concepto.
Empecemos por señalar que los derechos humanos son inherentes al ser, nacen en el derecho natural que es doctrina ética y jurídica y establece la existencia de derechos fundamentados consustanciales a la naturaleza humana, un conjunto de derechos universales anteriores, superiores e independientes al derecho positivo, escrito o consuetudinario, que es el creado por los hombres.
Por tanto, los derechos humanos de todos son exigibles bajo los mismos principios. Así lo debemos entender y aplicar en Colombia.De tal manera que los niños tienen derecho a la alimentación, salud y educación, al respeto a su dignidad, no solo porque lo establezca la ley y señale sus derechos como prioritarios, sino que estos son intrínsecos a su existencia.
De aquí se desprende que quienes conculcaron todos sus derechos, los secuestraron o reclutaron forzosamente, los privaron de sus familias, de su infancia rodeados del calor y amor de sus padres, de educación e incluso salud y alimentación normales, y además en múltiples casos abusaron y sometieron a esclavitud sexual, especialmente a niñas reclutadas y secuestradas, son los mayores violadores de derechos humanos, los más crueles criminales y actores de delitos de lesa humanidad. La JEP, después de años de investigaciones y de dilatar innecesariamente su fallo, finalmente imputó a los jefes de las Farc los siguientes delitos: (cito textualmente) “El Secretariado tiene responsabilidad por el crimen de lesa humanidad de privaciones graves de la libertad y el crimen de guerra de toma de rehenes. También de otros crímenes de guerra y de lesa humanidad cometidos en relación con los secuestros como homicidio, desaparición forzada, torturas, tratos crueles, violencia sexual y desplazamiento forzado”.
Ante este reconocimiento, que era bastante obvio, ¿continuará la impunidad mediante la aplicación de penas ridículas, propuestas por ellos mismos en al negociación y acuerdo de paz, que fue negado por el pueblo colombiano en un referendo?
Igual planteamiento aplica para los soldados y policías a quienes truncaron sus vidas, asesinaron, tuvieron en campos de concentración por 10, 12 y más años, sometidos a los peores vejámenes y privaron a sus familias de su presencia y apoyo en momentos críticos para la vida de estas; igual predicamento debe hacerse en relación con los civiles que secuestraron y torturaron buscando pagos económicos.
Qué decir hoy de los asesinos torturadores de la primera línea, que secuestraron y quemaron policías, asesinaron a otros y a civiles degollándolos mediante alambres colocados en las vías. No hablo de quienes protestaron e incluso bloquearon vías.
“LOS DERECHOS HUMANOS DE TODOS SON INVIOLABLES, NO PRIMAN LOS DE LOS CRIMINALES”.
MARÍA SOL NAVIA V.
Exministra