“Las mujeres han sido el soporte silencioso de la crisis y también las más afectadas en términos de empleo e ingresos: las actuales brechas de género en lo laboral y en la educación podrían costarle a la región 14% de su PIB per cápita en las próximas tres décadas”.
Con esta afirmación del Banco Mundial vemos como el tema del trabajo femenino cobra gran importancia en la economía mundial y no solo es un asunto de equidad de género.
A su turno la Cepal señaló que en América Latina y el Caribe, la pandemia generó un retroceso de más de una década en los niveles de participación laboral de las mujeres en la región, haciendo que la tasa de participación laboral se situara en 46% en 2020, mientras que la de los hombres era 69%.
La principal causa de esta situación tiene estrecha relación con el trabajo del cuidado, especialmente el no remunerado, ya que las mujeres dedican el triple de tiempo que los hombres a este. Por esta razón se registró mayor número de mujeres saliendo de la fuerza laboral, ya que la atención al hogar y los niños sin asistir al colegio les impidió salir a buscar empleo y significó en muchos casos su retiro. Adicionalmente, entre los sectores más afectados por la crisis generada por el cierre de las economías están aquellos con trabajo femenino mayoritario.
A esto, se suma que está demostrado que el crecimiento por si solo no impulsa la generación de puestos de trabajo; el crecimiento y la mejora del PIB per cápita son indispensables para lograr este fin, pero no suficientes. Como han reiterado varios economistas, es necesario desarrollar políticas integrales que incluyan tanto la visión del crecimiento como la creación de puestos de trabajo productivos y con perspectivas de oportunidades para las mujeres.
La legislación laboral necesita una revisión que se ajuste a las demandas actuales de trabajo que exige la economía, sin que esto signifique reducir la calidad del mismo. Lo que debe buscarse es que muchas empresas y personas que trabajan informalmente puedan aplicar la totalidad de las leyes de protección social y del trabajo, con costos y procedimientos accesibles. De la misma manera, facilitar la creación de empresas eliminando trámites y diseñando esquemas tributarios de fácil aplicación. Las mujeres son parte muy importante de los nuevos emprendimientos y necesitan programas de apoyo para su estabilización.
Todo esto implica un diálogo social amplio y utilizar la mesa de coordinación de políticas salariales y laborales, para construir una visión compartida entre gobierno, empresarios y trabajadores, que permita mirar a los que están por fuera de los beneficios del trabajo formal y trazar metas para su inclusión.
El difícil proceso adelantado por las mujeres para lograr su participación no puede perderse y deben ser definidas políticas para su recuperación en corto plazo.
María Sol Navia V.
Exministra